Su primera victoria llegó con compañía. El equipo, por aquel entonces el Toyota Team Argentina, optó por Mauro Giallombardo para que se desempeñara como invitado en pos de afrontar la edición 2010 de los 200 Kilómetros de Buenos Aires en el Oscar y Juan Gálvez.
Como titular, Bernardo Llaver fue el encargado de tomar las riendas de la carrera y luego dejó la posta a la Rana para que la bandera a cuadros cayera sobre el Corolla que lideró el inolvidable 1-2-3 de la marca nipona en la Catedral.
El nacido en San Martín debió esperar hasta el 3 de julio de este año para volver a festejar en lo más alto de un podio. Antes hubo un tercer lugar en El Zonda sanjuanino, ya acelerando el motor V8 en 2013.
El triunfo llegó en Oberá, el mismo escenario que antes de la gloria sobre el Gálvez porteño lo tuvo como puntero hasta el infortunio con el matafuegos desprendido en el habitáculo y el posterior toque de Leonel Pernía, el ganador.
Sucedió después de un 2015 duro en TC Pista que lo obligó a dejar de correr antes de finalizar la temporada. Regresando a la categoría más tecnológica y en apenas seis citas recuperó la sonrisa junto al PSG16 Team.
Llaver se erigió como el abanderado de la marca italiana en un brillante 1-2 en tierra colorada, aprovechando la polémica maniobra entre José Manuel Urcera y Agustín Canapino en el momento que luchaban por el éxito. Berni estaba en el momento justo y no lo desaprovechó.
Sin embargo, ninguno de estos momentos igualará lo que desde el sábado construyó en el autódromo de Toay y terminó rubricando ayer. Incluso antes de ponerse el casco y acelerar el Fiat Línea avisó. “Vengo a buscar mi tercera victoria”, tiró desafiante y a la vez convencido.
Sabía que su vehículo podía responder en un trazado veloz como el pampeano por su aerodinamia. Encima, no retroceder posiciones para la grilla de las baterías era una gran ventaja.
Por la "línea" correcta
La falla en el motor (a raíz de los inyectores), en la segunda tanda de ensayos, fue el único momento de zozobra. Su escuadra puso manos a la obra y recuperó el nivel que había demostrado en el primer ensayo siendo tercero. Ya en clasificación, rompió todos los relojes liderando la primera sesión e ingresando cómodamente a la tanda para los diez mejores.
Llaver tenía auto para marcar la pole pero prefirió ayudar a Urcera en el primer intento de vuelta rápida y finalmente quedó quinto porque los neumáticos ya no estaban para luchar por el punto como premio al más rápido.
Al no penalizar se encontró en el mejor cajón de la segunda serie. Con Carlos Merlo cuidando sus espaldas, aplastó en el parcial para adueñarse del parcial más veloz y así volver a estar adelante de todos en la grilla pero de la competencia final. Todo marchaba sobre rieles para el mendocino. Faltaba coronarlo con la victoria.
Sin órdenes y con solidez
Como el equipo liderado por Javier Ciabattari y Alberto Scarazzini no tiene posibilidades de pelear por la corona, hubo vía libre para los tres pilotos. Aunque debían cuidarse a la hora de la largada para no echar a perder el domingo.
Sin órdenes, Berni y Urcera se apretaron en los segundos iniciales de la carrera. Nuestro representante definió a su favor antes de bajar el tobogán, por lo que el rionegrino debió guardarse detrás y controlar a Mariano Werner.
Ese fue el único momento de tensión. De ahí en adelante se escapó vuelta tras vuelta. Tan es así que, en el décimo giro, Llaver tenía más de cuatro segundos de ventaja con su coequiper que trataba de no ser superado por Esteban Guerrieri. El de Toyota había dado cuenta del Peugeot 408 en el 14° giro. En ese momento apareció la mayor diferencia de Llaver, marchando a casi seis segundos del Manu.
Los minutos se fueron consumiendo pero resultaron eternos para Berni y su padre Roberto que, pegado a la tela del paredón de boxes y en solitario, lloraba de la emoción observando el “paseo” de su hijo.
Firme, marcando récord tras récord y con un auto intacto, Berni recibió la marcación de última vuelta que trajo la sorpresa -y el susto ante el humo blanco- del retraso de Urcera por una falla en el motor del Línea en los metros finales. Guerrieri aprovechó para superarlo e impedir el 1-2, aunque luego fue sancionado por un puesto al tocar a Werner y Urcera recuperó el lugar para alegría del PSG16 Team.
Empeño para hacer historia
La cuadriculada cayó rendida ante el Fiat demoledor. Llaver ganó la carrera que había ido a buscar después de los sinsabores en Buenos Aires y Santa Fe. No dejó ningún tipo de dudas. Dominó de principio a fin jugando con los cronómetros. La hizo aburrida por su apabullante rendimiento, pero poco de eso importa. Venció como todo volante anhela.
Dos triunfos en nueve presentaciones con el Línea para convertirse en el más ganador del año de la marca italiana y el segundo con más triunfos en 2016 después de Agustín Canapino, que tiene tres al hilo.
Merecido para una persona querida por todos que, si bien confirmó su continuidad hasta fin del calendario, hace un esfuerzo enorme para estar en el mejor nivel del automovilismo nacional dentro de una estructura que no cuenta con el apoyo oficial de la terminal. Por eso tiene más valor.
Encima, llegó a las 100 carreras
Llaver se eligió “la” carrera para volver a vencer. Es que el piloto surgido del karting que también pasó por Fórmula Interprovincial, Fórmula Renault (con una victoria en 2007 en Bahía Blanca), TC 2000 y TC Pista, cumplió 100 competencias en la divisional más tecnológica.
Fue parte de 51 compromisos en TC 2000 desde su debut en 2008 hasta 2011, integrando los equipos Bainotti Racing, Escudería Río de la Plata, Fineschi Racing y Toyota Team Argentina.
En 2012, la categoría pasó a denominarse Súper TC 2000 por los motores V8 y hasta 2014 siempre compitió para el TTA.
Incluso, en 2015, fue invitado por Rafael Morgenstern para los 200 Kilómetros que justamente se disputaron en Toay. Con el PSG16 Team tiene 10 carreras y llegó a 49. El festejo fue especial.
