El imperativo de reformar el Estado

El país que, cree y confía en la iniciativa privada, que apoyó a Cambiemos hace tres años, siente desazón. No hubo cambios.

El imperativo de reformar el Estado
El imperativo de reformar el Estado

La sociedad desde hace décadas elude discutir, mucho menos encarar, su problema político, económico y cultural esencial, el tamaño y características de su Estado. Somos un país donde el Estado (en todas sus jurisdicciones), por sus dimensiones y peso sobre la economía, ha terminado aplastando a la sociedad productiva, a la iniciativa, la inversión y por lo tanto al crecimiento económico. El país hace 10 años que no crece, el ingreso por habitante es menor que hace dos décadas, nos han superado largamente países de la región, en particular nuestro vecino Chile. La inversión disminuye año a año, la productividad económica agobiada por la carga tributaria es cada vez menor. Sólo el sector agropecuario, o parte de él, a fuerza de creatividad y vocación de trabajo, sostiene una estructura económica, convertida en perversa por el crecimiento y las deformaciones del gasto público y el sistema impositivo.

El país que cree y confía en la iniciativa privada, que apoyó a Cambiemos hace tres años, siente desazón. No hubo cambios, el país se empantanó, no aparecen signos de que se vaya a revertir la situación. Como ha señalado un agudo periodista, el presidente Macri en su último año de gobierno deberá lidiar con su herencia de tres años.

La relación gasto público/PBI y presión fiscal/PBI de Argentina es similar a las de países que tienen al menos cinco veces nuestro ingreso. Las personas y empresas que pagan sus impuestos deben dedicar su trabajo y producción de más de medio año para hacerlo. Esta situación explica el enorme incentivo que existe a eludir o evadir impuestos.

Existen trabajos seriamente fundados y evidencias abrumadoras de que con este Estado, no existe probabilidad alguna para que la sociedad en su conjunto pueda mejorar. Por el contrario, lo más probable, al menos para grandes sectores de la sociedad, es que su situación se siga deteriorando. Por cierto,  hay áreas económicas protegidas y/o dependientes del gasto público que mantendrán o mejorarán su situación. La enorme brecha existente entre los que están bien o muy bien y los que están mal o muy mal se seguirá ampliando. La culpa, o mejor dicho la causa de esta situación, es exclusivamente del Estado, de los gobiernos y de sus políticas.

Veamos algunos números que suelen ser más elocuentes que las palabras, o que respaldan las palabras elocuentes. Uno de los economistas más serios y ocupado en estos asuntos, Orlando Ferreres, hace pocos días publicaba en el diario La Nación datos que apabullan. Bajo el título de "¿Cuántos cobran del Estado?", comparando datos de los años 2002,  2015 y actuales destaca que en materia de empleados públicos (nacionales, provinciales y municipales) y redondeando los números, en la primera fecha había 2.200.000 empleados, en 2015 era 3.500.000. Esto es un 60% más, quienes más aumentaron han sido las provincias y municipios. En los tres años del gobierno de Cambiemos no sólo no se ha modificado, sino que ha crecido.

Simplificando, en 2002 en asignaciones sociales, jubilaciones y pensiones había 2.100.000 y el total que cobraban del Estado alcanzaba a 7.600.00. Este rubro se duplicó en 2015, llegando el total a 17.000.000. Este renglón aumentó en 2.000.000 al presente, en consecuencia la estimación de Ferreres es que a fines del año pasado 19.000.000 de personas percibían ingresos del Estado.

Se pueden seguir citando datos S, lo que está claro es que Argentina es una sociedad estatizada y pauperizada por un sistema perverso de falso "estado de bienestar", cuando no es más que la redistribución demagógica y clientelística de una riqueza cada día menor. Se puede salir de esta situación, hay quienes saben cómo hacerlo. Ello depende del a lucidez y coraje políticos  de los que gobiernan, que deben pensar en el país y no en la próxima elección.

Quizás valga la leyenda griega de Alejandro Magno, que enfrentó al nudo gordiano, que no se puede desatar pues sus cabos están ocultos, decidió cortarlo con su espadau dio origen a aquella expresión de "tanto monta cortar como desatar", da igual cómo, lo importante es que se consiga.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA