El huracán Florence se abatió ayer con fuerza sobre la costa atlántica de Estados Unidos con inundaciones catastróficas y vientos que han dejado al menos 4 muertos y cientos de miles de personas sin electricidad.
“Una mujer y su bebé murieron cuando un árbol cayó sobre su casa. El padre quedó herido” y está hospitalizado, escribió en su cuenta de Twitter la policía de Wilmington, en Carolina del Norte.
Los bomberos llevaban toda la mañana trabajando delante de la vivienda.
“Pudimos salvar a una de las víctimas”, dijo a los periodistas el comandante de bomberos de Wilmington, Buddy Martinette. “Se escuchaban crujidos, los árboles temblaban”, contó Shane Wilson, un vecino de las víctimas.
Una portavoz del condado de Pender, también en Carolina del Norte, dijo que otra mujer murió por un ataque al corazón en medio de la tormenta, después de que llamara a los servicios de emergencia pero éstos no pudieron asistirla debido a que tres árboles caídos bloqueaban el camino.
Además, un hombre falleció electrocutado al intentar conectar un generador.
Degradado pero peligroso
Pese a haberse degradado a categoría 1 en la escala de cinco de Saffir-Simpson, que mide la intensidad de los vientos, Florence sigue siendo muy peligroso, dijo el Centro Nacional de Huracanes (NHC).
Ayer a la tarde los vientos se habían debilitado a 120 kph pero las autoridades advirtieron sobre los riesgos de las "inundaciones catastróficas".
La Casa Blanca anunció que el presidente estadounidense, Donald Trump, visitará las zonas afectadas la próxima semana.
“Una amenaza importante persistirá durante las próximas 24 a 36 horas”, dijo Jeff Byard, de la Agencia federal para el manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) después de que Florence tocó tierra a las 7.15 hora local en Wrightsville Beach.
Según los pronósticos, Florence se moverá lentamente, arrojando copiosas cantidades de lluvia sobre Carolina del Norte y del Sur, de hasta 1.000 mm en algunos lugares.
“La tormenta está causando estragos”, dijo el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, al señalar que medio millón de personas están sin electricidad en el Estado, que tiene una población de 10 millones, y que el nivel de los ríos “se elevará durante días”.
"Nos enfrentamos a múltiples amenazas. Estamos profundamente preocupados por comunidades enteras que podrían ser barridas", agregó.
En New Bern, Carolina del Norte, el río Neuse subió tres metros y al menos 150 personas esperaban ser rescatadas.
“En unos pocos segundos, el agua subió hasta la cintura, ahora está a la altura del hombro”, contó a CNN Peggy Perry, refugiada con tres miembros de su familia en la parte más alta de su casa.
Más de 60 personas alojadas en un hotel en Jacksonville, Carolina del Norte, tuvieron que ser rescatadas después de que una parte del techo colapsara.
En Wilmington, cerca de donde tocó tierra el huracán, varias detonaciones se sintieron en la mañana de ayer, posiblemente por la explosión de transformadores eléctricos. La fuerza del viento rompió ventanas y arrancó árboles de raíz y muchas calles permanecían bloqueadas por troncos y ramas.
“Escuchamos muchas cosas que se rompían, los árboles temblaban”, contó Shane Wilson. “Será lo que Dios quiera”. Mason Tarr dijo que pasó la noche en la casa de un amigo pero no durmió bien. “Y es sólo un huracán de categoría 1”, dijo Tarr. “Me pregunto cómo hubiera sido con uno de categoría 4 o 5”.
“Da miedo”
Más de 100 km al sur, el famoso balneario de Myrtle Beach en Carolina del Sur era un pueblo fantasma. La fuerza del huracán comenzó a sentirse claramente al mediodía, cuando una cortina de lluvia cayó sobre el océano acompañada de rayos. “Da miedo pero es hermoso”, dijo Scott Brauer, un jubilado de 71 años que estaba caminando cerca del mar poco antes de la llegada de la tormenta.
Byard dijo que algunas áreas inundadas son demasiado peligrosas para que incluso los rescatistas puedan ingresar.
Unos 1,7 millones de personas fueron llamados a abandonar las zonas de riesgo y refugiarse tierra adentro, la mayoría desde el martes.
Cinco estados costeros, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Maryland y Virginia, así como la capital federal Washington DC, fueron declarados en estado de emergencia.
Ayer, las calles costeras en las Carolinas estaban inundadas con agua de mar y se veían pedazos de edificios volando en el aire. Los pocos automóviles en las calles principales tuvieron que sortear árboles caídos, escombros de metal y cables del tendido eléctrico. Los semáforos estaban descompuestos debido a fallas en la electricidad mientras se balanceaban a causa del viento.
Para quienes viven tierra adentro, lo peor podría venir en unos cuantos días, ya que tarda tiempo para que el agua de lluvia escurra a los ríos y los desborde. Las autoridades también advirtieron sobre la posibilidad de aludes y de un desastre ambiental, si es que las aguas crecidas arrasan con depósitos de desechos industriales y criaderos de cerdos.
“Las inundaciones tierra adentro pueden ser letales y van a ocurrir”, dijo el director de FEMA, Brock Long.
“Habrá daños de infraestructura, y cortes de energía que podrían durar días o incluso semanas”, alertó Long.
Caerán 68 billones de litros de agua
La cantidad de lluvia que caerá debido a Florence podría ser colosal. Se prevé que el huracán Florence arroje 68 billones de litros de lluvia a lo largo de una semana en Carolina del Norte, Carolina del Sur, Virginia, Georgia, Tennessee, Kentucky y Maryland, según el meteorólogo Ryan Maue, de weathermodels.com. Eso sin incluir la lluvia después de que se disipe y sus remanentes regresen al noreste.
Esa cantidad de lluvia representa 68.000 millones de metros cúbicos, suficientes para cubrir Manhattan con casi 1,1 kilómetros de agua, más del doble del edificio más alto de la isla, el One World Trade Center.
Los 68 billones de litros también serían suficientes para cubrir todo el estado de Texas con casi 10 centímetros de agua. Se pronostica que tan sólo en Carolina del Norte caigan 36 billones de litros de lluvia, lo que cubriría al estado con aproximadamente 25 centímetros de lluvia.