Su primer contacto con el atletismo fue fortuito. “Iba a un colegio en la ciudad de Mendoza, en el cual se exigía participar en una carrera de 5 kilómetros alrededor del lago. Por aquel entonces sólo jugaba al básquet. Fui a la carrera y la gané. Entonces uno de los profesores me dijo: vos tenés que dedicarte a correr”, recuerda Cristian Malgioglio sus inicios. Así comenzó el derrotero de un atleta que con el tiempo se transformaría en un destacado representante mendocino.
Oriundo de Las Heras hizo la secundaria en el colegio Agustín Álvarez donde comenzó su vínculo con el atletismo. Más tarde arribó a General Alvear donde se radicó de manera definitiva. “Al profesor Hugo Galeano le debo hoy lo que soy. Él fue un atleta y profesor con una vocación y una pasión que me marcaron”, dijo Cristian aludiendo a su maestro.
A los 15 años, después de seis meses muy duros de entrenamiento, ganó el campeonato mendocino de Cross Country venciendo al imbatible de la categoría, Ulises Moyano, quien hoy es su cuñado. Una vez terminado el secundario, Cristian decidió estudiar el profesorado de Educación Física.
"Tenía entendido que el título era importante para la vida", remarcó. De esa manera, forjó dos aspectos que hoy lo destacan: lo deportivo y lo formativo.
El año 1999 se convertiría en una bisagra en su carrera atlética cuando ganó la Maratón Internacional de Mendoza. "Ésa fue la carrera que marcó un antes y un después porque me comenzaron a reconocer a nivel nacional", afirmó.
Desde allí, los títulos y reconocimientos se sucedieron: dos veces la maratón de Mendoza, podio en la de Rosario, tercer puesto en La Pampa, primer puesto en la de Mar del Plata (único mendocino en lograrlo), también en Córdoba, dos veces en Necochea. Todos los laureles en la distancia madre, los 42 km.
Logró también ser campeón argentino de ultra maratón con la mejor marca en los 100km, formó parte de la selección Argentina y se ubicó en 4to lugar en el ranking nacional.
Detrás de las medallas y los elogios hay una vida de esfuerzo y una voluntad inquebrantable. Entrena en doble turno de lunes a sábado, domingo un solo turno, con promedios diarios de 35 a 40 km, trabajo en el gimnasio y un cuidado importante en la alimentación. Para Navidad y Año Nuevo junto a su pareja festejaron comiendo arroz con soja. “Llevo tantos años comiendo lo mismo que el cerebro no anhela comer otra cosa, ni siquiera sé hacer asados”, dice.
Como profesor formó en su gimnasio el “Team Olímpico” un grupo de personas que se sumaron al atletismo más allá de la posibilidad de salir a competir. Forjó un grupo de amigos que comparten los valores del deporte y que generaron un furor por el running en Alvear. Hoy son 60 personas que corren, ya sea a nivel competitivo, recreativo o por motivos de salud.
Se siente adoptado por los alvearenses que lo recibieron de la mejor manera en el pueblo del sur. “Vine unas vacaciones a General Alvear y me enamoré del departamento. Me gustó el tiempo que sobra para cultivar los afectos, la tranquilidad y la seguridad. En el 2001 tenía ahorros, me iba a comprar una moto, cuando estalló el corralito. Entonces un amigo de Alvear me llamó, me dijo que aprovechara los ahorros y compré una casa que vendían enfrente de la suya. Y así fue, vine la compré y de un día para el otro aterricé acá”, contó.
El suelo alvearense le deparó un grupo de amigos y una compañera de vida. “Adela Barrios era alumna mía, llegó por problemas de salud, le vi condiciones para correr y aceptó sumarse a los entrenamientos. El estilo de vida del atleta no es fácil para convivir y que tu compañera sea también una atleta es una oportunidad que no podía dejar pasar", señala sobre los inicios de un romance que hoy perdura y es pilar fundamental de su vida.
