El hombre que no deja a nadie a pie

Vive en la 5ta Sección, donde tiene su comercio, pero suele recorrer rutas y caminos buscando a automovilistas que se hayan quedado varados para auxiliarlos. Su seña de identidad es su auto: un Clio cubierto de barro que sorprende a todos.

El hombre que no deja a nadie a pie

Aventura y solidaridad son las palabras que definen la actitud y la forma de ser de Sergio Cepparo (56), el hombre que circula por la Ciudad y alrededores a bordo de un Clio totalmente embarrado, llamando la atención de propios y extraños.

Pero no es la única faceta de Sergio, quien además es enólogo y comerciante en el rubro gastronómico. Hay otra dimensión de este pintoresco habitante de Capital que promueve la curiosidad.

Desde hace 25 años, en una secuencia intermitente, se ha dedicado a auxiliar a viajeros que se quedan a la vera del camino con  sus autos descompuestos y que no consiguen una rápida respuesta de los auxilios oficiales.

Entonces una posibilidad es que aparezca Cepparo, quien se pone en movimiento desde su casa, en la 5ta Sección, o donde esté, apenas recibe el pedido de ayuda a través del celular. En ocasiones se topa con alguien “tirado” a un costado de la ruta durante los viajes que realiza por el Gran Mendoza y la zona de montaña.

-¿Cuánto cobra por este servicio?

-Nada, nunca he cobrado nada, lo hago porque está en mi condición ser solidario y ayudar a gente con problemas en sus vehículos, especialmente en la cordillera, donde no hay servicios de auxilio. Tal vez otra explicación haya que buscarla en mi pasión por los fierros y en el hecho de haber organizado en el pasado las prácticas de manejo en el barro, en El Algarrobal (Las Heras), con vehículos de tracción simple y/o doble.

Sergio es hijo de la actriz y directora de teatro Ibis Lusetti y de Américo Rodolfo Cepparo, ya fallecido, dueño de la desaparecida confitería Jim’s en la hoy Peatonal  Sarmiento.

El último “rescate” del locuaz personaje se produjo hace pocas semanas, cuando recibió un llamado de un desconocido sanjuanino que se había quedado varado en la ruta nacional 7, entre Potrerillos y Uspallata, con una avería mecánica.

El damnificado había llamado a un amigo en común, quien le dio como opción comunicarse con Cepparo para que lo auxiliara. La aseguradora le decía al afectado que debía esperar 6 horas para ser atendido.

El rescatista encontró a la familia en las coordenadas previstas, a bordo de una Partner descompuesta. Así recordó el encuentro: “Se pusieron contentos al verme; había llegado 2 horas después del primer contacto. Los animé convidándoles caramelos y galletitas. La señora estaba embarazada de 7 meses y estaban con sus 2 hijos. ‘¿Cuánto le debo?’, me dijo el jefe de familia al llegar a destino. No podía creer mi respuesta: ‘Un café cuando nos encontremos en el Centro’”.

Lo curioso es que Sergio no emplea para estos socorros una camioneta o un rodado todo terreno, sino simplemente un Clio 1.6 cubierto de barro, modelo 2007, y en otras ocasiones un Ford Focus y otro Clio.

“Es un coche bárbaro, potente pese a su reducido tamaño. El tema es que estoy teniendo problemas con la Gendarmería y la Policía porque uso eslingas o gancheras y ellos me exigen, por aplicación de la Ley de Tránsito, la utilización de una cuarta fija”.

Con tiempo helado
Un anterior operativo lo concretó  en época invernal, cuando regresaba de Chile con amigos, cada uno en sus movilidades. En las cercanías del complejo de esquí Penitentes, el grupo encontró parado a un costado de la cinta asfáltica a un Laguna, en el que estaban un gerente de Petrobras y su familia, chicos incluidos. Habían llegado de Córdoba.

“La estaban empezando a pasar mal porque la temperatura descendía y no podían salir de la zona, que ya mostraba signos de congelamiento en calzada. Mis compañeros siguieron porque se venía un temporal. Enganché el auto y lo empecé a arrastrar hasta el escuadrón Punta de Vacas de Gendarmería, donde los viajeros resolvieron el problema y yo seguí a mi casa, complacido por la labor cumplida. No sé qué les hubiera pasado con tanto frío”.

Desde el debut en este curioso menester, Cepparo ha tendido una mano a más de 100 automovilistas, en distintas circunstancias.

Aquellos viejos autos
Sergio comenzó con estas "patriadas" a principios de los años '90, con los lógicos regaños de su mujer al principio, a los que se unieron los hijos cuando fueron grandes. "Es que no faltaron veces en que estábamos listos para salir de viaje o asistir a una fiesta, cuando de improviso sonaba el teléfono dando cuenta de una emergencia de un conductor, y yo salía a atender al varado".

Los primeros coches auxilio que tuvo fueron un Renault 12 con paragolpes de hierro y luego un Fiat Regatta.

Admite que los pedidos de apoyo por el teléfono son los menos, porque el solidario piloto suele salir a “pasear” con su Clio (a veces solo, a veces acompañado) y realiza un raid de no menos de 250 kilómetros buscando a alguien que esté en problemas. Una travesía es por el Valle de Uco y la Zona Este, y el restante itinerario por el Corredor Bioceánico hasta Las Cuevas.

La asistencia más cercana de su hogar (5ta Sección) se produjo hace tiempo, cuando ayudó a un vecino con el coche descompuesto a 10 cuadras del domicilio, y el más alejado en la montaña cerca de Puente del Inca.

Se le preguntó si no tenía temor de ser convocado para un auxilio falso y ser sorprendido por ladrones, porque el hombre no sabe a veces quién lo llama. “Nunca me pasó nada, voy siempre confiado al encuentro de alguien que espera ser ayudado”.

Además de herramientas, en el pequeño vehículo lleva un botiquín, provisiones y hasta una pequeña cava con vinos, además de cocina de butano, heladera, tostador, vajilla y sillas plegables. En ocasiones, para levantar el ánimo de los varados, los agasaja con una cata de aceite y vino. “La intención es que se animen por el largo plantón en el camino y recuerden bien a Mendoza si son turistas”, explica riéndose.

Cuándo pondrá fin a estos salvatajes es un misterio. “Por ahora tengo entusiasmo y me gusta la  tarea, veremos qué pasa más adelante, ya no soy un pibe”, reconoce.

-¿Alguna vez se quedó en ruta con un problema mecánico?

-Sí, en una oportunidad, pero me las tuve que arreglar solo.

Aquel curioso festejo del  Día del Amigo

El 20 julio de 2013, y en el marco de los festejos del Día del Amigo, el Clio cubierto de barro ingresó al lago del Parque cuando estaba sin agua, en ocasión de su última limpieza. Cepparo dio varias vueltas, ensuciándolo un poco más.

Posteriormente, una grúa de gran porte de una empresa transportista lo elevó hasta una altura de 35 metros y los bomberos voluntarios de Las Heras lo lavaron a pura manguera, con el agua de una autobomba. Recuperó su estado normal y quedó al descubierto la pintura original, borravino, tan mendocina como Cepparo.

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