El hogar, refugio de la salud

La casa, y por extensión el barrio donde residimos, hoy son más prioritarios que nunca como protección ante la pandemia.

El hogar, refugio de la salud
El hogar, refugio de la salud

La pandemia que estamos atravesando nos ha mostrado muchas realidades que, si bien estaban presentes, ahora han adquirido una dimensión insoslayable, prioritaria, decisiva, fundamental.

Nos referimos a la casa, el hogar, que siempre nos importó pero que hoy cobra una gran relevancia para protegernos del contagio del virus y mantenernos, en la medida de lo posible, dentro de la población sana o no expuesta a adquirir la enfermedad que ha privado la vida a tantas personas en el mundo.

La casa, y por extensión el barrio donde residimos, se han erigido en espacios físicos únicos y prioritarios, en  verdaderas fortalezas.

Tanto es así que muchas familias han descubierto lo positivo y lo negativo de su casa, como casi seguramente no lo habían meditado antes.

Unos quieren mudarse para disponer de ambientes más amplios y espacios con verde, si eventualmente ahora ocupan inmuebles sin esas posibilidades.

Otros padecen un hábitat lleno de privaciones.

La permanencia obligatoria ha llevado a determinados moradores a apreciar favorablemente las comodidades de los lugares que habita.

Pero, y sólo concentrándonos en la realidad provincial, miles de personas están en la posición inversa, carecen de medios para lograr una normal subsistencia y, para colmo, residen bajo un techo con muchas privaciones y sin los servicios básicos.

Sobreviven el día a día. No tienen un espacio habitacional adecuado ni protección a la salud, ni el acceso a medios elementales de higiene. Esto produce un marcado desnivel social desde el inicio.

Como decíamos, la revalorización de la vivienda, como bien social, ha sido fuertemente motivada por efectos del Covid-19.

La permanencia obligatoria ha llevado a los hogares a apreciar favorablemente, o críticamente, las comodidades en que se encuentran habitando.

Ahora en la provincia se tiene un relevamiento de las villas inestables y asentamientos donde la marginalidad es moneda corriente.

Ahí hay que proceder para revertir ese problemático cuadro social.

Para un satisfactorio grado de habitabilidad, las viviendas deben tener espacio suficiente y adecuado donde alojar cómodamente a los miembros mayores y menores de la familia, en una construcción de calidad aceptable, en buen estado de mantenimiento.

La tipología de las viviendas es también determinante de la del grado de habitabilidad, ya sean unidades en edificios de departamentos o casas ubicadas en lotes individuales.

Asimismo, el barrio en que se ubica cada vivienda ofrece distintas relaciones vecinales, servicios de infraestructura, medios de transporte público y prestaciones de equipamientos comunitarios cercanos.

La ubicación territorial es un factor determinante de las bajas condiciones de habitabilidad de las viviendas de barrios informales, donde las carencias alcanzan niveles de mayor intensidad y que las autoridades progresivamente deberán solucionar, con la propia participación de los interesados.

La cuarentena en vigor, y su posible repetición periódica pronosticada, acentúa la necesidad de los habitantes de permanecer más tiempo en sus casas.

La situación motiva a las familias y a los organismos estatales a tratar de mejorar la habitabilidad, a resolver situaciones de hacinamiento y otros problemas que afectan largas horas de convivencia bajo el mismo techo.

En síntesis, es predecible que distintos estratos socio-económicos iniciarán mejoras en sus viviendas. Los sectores de ingresos mayores las realizarán con recursos propios, mientras que los de menores recursos deberán ser acompañados por el Estado en el financiamiento y reconversión integral de los barrios informales.

Y, más allá de estas cuestiones, muy seguramente después de que pase la pandemia, hay relaciones distintas entre las personas y sus hogares que se instalarán dentro de los nuevos usos y costumbres.

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