Eran las 17.30 del sábado. La Nueva Olla, el estadio de Cerro Porteño, donde se jugó la final de la Copa Sudamericana, explotaba de hinchas. Unas 40 mil almas habían viajado para acompañar a Colón en lo que iba a ser su primera final continental, tras 114 años de vida. En una de las tribunas había un hombre que lloraba de emoción. De fondo sonaba la canción "Soy Sabalero" que Los Palmeras interpretaban minutos antes de que empiece a rodar la pelota. La imagen de este hombre copó las pantallas que se hicieron eco de la fiesta de Paraguay al Mundo.
Este hincha se llama Darío Genolet, tiene 38 años, y contó cómo fue la histórica movilización de los fanáticos rojinegros a Asunción, que quedo inmortalizada en su llanto.
"Soy de Colón desde chico. Lo seguí a todos lados, pero no iba a ir a la final. Tenía otros planes y no estaba seguro de cambiarlos. Sin embargo, mi familia me hizo cambiar de opinión y me dieron la manija que necesitaba", dice este hombre que apenas durmió unas horas, después de tardar más de 20 en volver de Paraguay.
Genolet llegó a Asunción con una empresa de Turismo, una de las tantas alternativas que tuvieron los hinchas para viajar a la final. Algunos optaron por viajar en auto y hasta hubo quienes fueron en barco. "Fue un viaje hermoso, con banderas e hinchas de Colón por todos lados", relató.
Pero sin dudas, fue su emoción la que lo diferenció de los miles y miles de hinchas que alentaron al Sabalero. Fue la TV la que lo convirtió en la imagen viviente del sentimiento por un club.
"No podía parar de llorar. Pensé en mi abuelo, mi viejo, mi tío que desde chico me llevaban a la cancha. También de los años de sufrimiento en el ascenso y de las alegrías en la Primera. Todo sucedió muy rápido. Fueron dos minutos en donde no podía dejar de emocionarme", explicó.
Darío, que es policía y está estudiando ingeniería eléctrica, había viajado con la ilusión de ver campeón a su equipo de una copa internacional por primera vez en su historia, pero la realidad demostró que "Independiente del Valle fue mejor".
Sin embargo, no le reprocha nada a sus jugadores: "Estoy orgulloso de ellos. Dejaron todo en la cancha".
Tampoco tiene críticas hacia el Pulga Rodríguez, ese petiso tucumano que se convirtió en ídolo rápidamente. "Banco a morir al Pulga, es un fuera de serie. Hace magia en la cancha y por eso se metió a la gente de Colón en el bolsillo. Jugó lesionado, no puedo recriminarle nada", dice convencido.
En el final, Darío reconoció que le dolió la derrota, pero resaltó algo mucho más importante y de lo que se mostró orgulloso: "Colon es un equipo humilde. Somos pueblo, somos la gente".
Gentileza: Toda Pasión.