La serie referida a la vida de Carlos Monzón trajo a la memoria de los argentinos un montón de situaciones de la vida del ídolo boxístico. Con una gran producción y una narración atrapante, la historia recorre los momentos más profundos, incluido el femicidio de Alicia Muñiz. Su repercusión mediática ha correspondida a la calidad técnica de los capítulos ya que gran parte de los protagonistas de la historia real están vivos.
Sin embargo, algunos detractores de la historia han surgido del círculo íntimo del boxeador y sus amigos. Algunas versiones señalan que familiares directos de Monzón no están de acuerdo con el perfil violento que la serie potencia, y que su ex mujer, Pelusa, y su hija, Silvia, darán su veredicto cuando finalice la emisión. Su hijo Carlos -fruto de una relación anterior a Pelusa del pugilista- asegura que a su padre no le gustaría la serie. Hasta la misma Susana Giménez, cuando recibió en su programa al nieto de su ex pareja, coincidió en que no le hubiese gustado.
Sin embrago, más allá de gusto personales, Román Martel, hijo de Adrián "El Facha" Martel, aseguró que se contactó con el abogado Fernando Burlando para iniciar una demanda a la productora de la serie, Buena Vista Internacional -subsidiaria de Disney-, y a los productores argentinos de la realización, por el uso de la imagen de su padre. "está yendo por un lado que a mí no me gusta. En el episodio número siete lo muestran como un mafioso. Lo hacen malísimo", reclamó.
"Yo entiendo que hay un juego de palabras y le pusieron "El Turco", me cambiaron el nombre a mí también, eso lo hacen por un tema legal", dijo, pero confesó que quiere reivindicar la memoria de su padre, por lo que dejó todo en manos del mediático abogado.
En la historia real, El Facha Martel era la persona más cercana a Monzón en el verano de 1988, cuando ocurrió el femicidio de Alicia Muñiz. La casa de la calle Pedro Zani, en Mar del Plata, donde sucedieron los hechos, había sido alquilada por él y estuvo ahí junto a su hijo y otras personas al momento del femicidio.
Tiempo después del crimen, confesó que había "puesto cocaína en la mochila" de su hijo cuando llegó la policía al lugar. Su propio hijo Román, confirmó la versión actualmente.