Por Arq. Florencia Oña
Mientras que diferentes especies animales o vegetales habitan en determinadas regiones, con condiciones específicas, denominado por biólogos como hábitat. El hombre habita en todas o en la mayoría de las regiones. Lo cual evidencia al hombre como carente de un hábitat determinado. Un espacio donde sin más pueda vivir.
Este hecho da cuenta de que la tierra originariamente era un lugar inhabitable para la especie humana. Para poder vivir en este medio utilizó la creación transformadora de su hábitat con la técnica y la construcción.
Estas construcciones deben satisfacer ciertas necesidades del hombre: la higiene, el estar, el cocinar, el comer, el jugar, el recrear, el ejercitar, el meditar, el contemplar, el dormir, el trabajar, el conocer, el leer, el orar, el amar. Otorgando respuesta a cada una de estas actividades, surgen ámbitos espaciales arquitectónicos específicos como: cocinas, estares, galerías, dormitorios, baños, bibliotecas, etc. Entendiendo el hombre como un ser de diversas dimensiones: cuerpo, mente y espíritu. A estas necesidades elementales para la satisfacción del cuerpo físico, se suman las necesidades espirituales y del alma.
El hombre es un ser social único e irrepetible, el cual tiene la necesidad de expresarse, diferenciarse y evolucionar, destacando sus características propias e identidad. La casa es un reflejo de esa identidad. El espacio doméstico es el lugar donde todas las actividades se convierten en íntimas, donde se expresa nuestra personalidad, nuestro gusto, nuestras formas, nuestras costumbres, se evidencian nuestros hábitos, nuestras obsesiones, nuestra memoria, nuestros deseos y anhelos.
Los arquitectos nos preocupamos por entender condiciones particulares, procesar este conocimiento y articularlo a respuestas espaciales concretas.
Si ampliamos la respuesta programática a escala urbana surgen ámbitos como: escuelas, bibliotecas, quinchos, gimnasios, iglesias, museos, clubes, plazas, teatros, entre otros.
Esta sumatoria de espacios habitables producen lugar, ya que ante la ausencia de lugares hay carencia de vida. La arquitectura ante esta perspectiva construye espacios necesarios donde las actividades tengan lugar. Es decir crear ámbitos donde se desarrolle la vida.
La dimensión sustentable de la arquitectura es adaptar las necesidades del hombre a lugares, a espacios de encuentro, articuladores y optimizadores de soluciones. Construir un lugar para el hombre entendiendo la dimensión espiritual, material, espacial, social, geográfica y temporal.
En este habitar del hombre se distinguen tres estratos el pasar, el estar y el permanecer. Vinculándolos con el pasado, el presente y el futuro.
El cómo nos trasladamos, movemos, vinculamos, socializamos, comunicamos, permanecemos, contemplamos, anhelamos; evidencian las posibilidades y proyecciones de lugares latentes a ser experimentados, en forma personal en el ámbito del habitar doméstico y en forma colectiva en el ámbito del habitar ciudad.
Nota: Las imágenes son realizaciones personales de la Arq. Florencia Oña.