El gran “técnico” de la Fiesta de la Ganadería

Desde el comienzo de este encuentro, que iniciará su 34° edición, Eduardo Naldini es el responsable del armado de las charlas técnicas. Recuerda el espíritu inicial de esta fiesta que representa a Alvear.

El gran “técnico” de la Fiesta de la Ganadería
El gran “técnico” de la Fiesta de la Ganadería

Es uno de los tantos hombres que luchó y se esforzó para obtener un título universitario, para luego regresar y volcar sus conocimientos en la comunidad que lo vio crecer. Él nació en La Llave, pero se siente alvearense por adopción y es precisamente allí donde vuelca sus conocimientos.

Entre otras tareas se destaca por ser uno de los fundadores de la ahora Fiesta Nacional de la Ganadería de Zonas Áridas, encuentro a punto de cumplir su 34° edición.

Día a día él trabaja para que los productores aprendan y apliquen tecnología a la producción.

Eduardo Naldini es un hombre cuyas raíces provienen de la finca, ese espacio tan propio de los mendocinos, poblado de hileras, surcos, parrales y animales.

“En mi casa había distintos cultivos y caballos que mi padre compraba y vendía”, afirma Eduardo evocando los primeros recuerdos de una infancia rural. Allí se gestó su vocación  y desde chico ya sentía que debía ser veterinario.

“A mí me tocaba la cuida de los caballos de carrera, una actividad linda pero sacrificada. Los sacaba a entrenar todos los días sin importar el frío o calor. Cuando había lesiones graves se acudía a algún especialista y entonces empecé a conocer la actividad de la veterinaria clínica”, dice.

Eduardo arrancó estudiando veterinaria en San Rafael, pero después de hacer el primer año se cerró esa facultad. Por suerte el gobierno provincial lo becó para irse a estudiar a La Plata y entonces emprendió viaje hacia la ciudad de las diagonales

Inmediatamente, Naldini rememora sin dificultad la experiencia de esos tiempos universitarios: “Fue un cambio abrupto que costó al principio pero por suerte me adapté y pude estudiar.

Allí encontré estudiantes del interior que les gustaba el amiguismo, juntarse a comer asado y guitarrear. La amistad es lo que más rescato de esa época, además de lo académico”. Destaca orgulloso el sacrificio que realizaron sus padres, Carolina Lionzo y Alberto Naldini, para mantener sus estudios.

De hecho, Eduardo cursó la carrera de veterinario en 5 años y estuvo un año más para poder rendir las materias. “En ese momento, año 1981, a mis padres se les hacía muy difícil económicamente ayudarme. El último año ya no tenía para alquilar y pasé un mes en la casa de cada amigo para poder terminar de rendir y recibirme”, cuenta como anécdota y como muestra del esfuerzo realizado.

Después volvió a sus pagos en La Llave. Luego recibió un llamado de Rudy Katzer, primo de su padre, que lo convocó para trabajar en el campo. Rudy era amigo del ‘Bebe’ Di Paolo, conocido ganadero de la zona con quien Eduardo estableció contacto.

Corría el año 1982 y en General Alvear comenzaba una fiesta que con el paso del tiempo se transformaría en una de las más importantes de toda Mendoza.

“La Fiesta de la Ganadería se pensó en un primer momento como un remate especial, de animales seleccionados. A partir de un grupo, CREA, que funcionaba en el departamento, decidieron hacer un remate como inicio de la fiesta.

Allí estaban Jorge Beltramone, Aldo Cerro, Arturo Anaya, Bugarín, Rainieri, Bebe Di Paolo, varios productores que integraban el grupo. Yo los conocí porque me llamaron para ser asesor del grupo en la actividad ganadera”. Así narra Naldini los primeros pasos de la Fiesta Nacional de la Ganadería.

En el año 1989 se creó la Dirección Provincial de Ganadería y Eduardo fue uno de los primeros empleados. Hoy en día sigue desempeñando su rol de en esa área a la vez que asesora a productores de la zona.

Además, Naldini es el organizador de las charlas técnicas que se desarrollan año a año en la Fiesta de la Ganadería: “Mi pelea histórica es tratar de convencer al productor que aplique tecnología, porque eso hace que le vaya bien y que a la vez el campo perdure”.

Actualmente, Eduardo tiene una familia conformada por su esposa y cinco hijos que lo acompañan incondicionalmente. “Soy muy familiero y estoy siempre buscando apoyo en ellos. Por suerte también puedo dedicarme a los que me gusta”, finaliza Naldini, incansable trabajador del campo y defensor de la tecnificación agropecuaria.

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