La estrategia gradualista del gobierno de Mauricio Macri se basó en una disminución gradual del déficit fiscal, el cual sería financiado con emisión de deuda externa y un poco con asistencia del Banco Central.
De esta manera, también, la rebaja de la inflación sería gradual porque, además, en la misma forma se terminaría con los subsidios a las tarifas de servicios públicos.
Si el gobierno hubiera sacado todos los subsidios económicos de una sola vez, el déficit habría desaparecido y no hacía falta emitir deuda. Mientras tanto, se podría haber recurrido al financiamiento de organismos internacionales para reordenar el resto del gasto del Estado.
Pero se eligió el otro camino y aparecen todo tipo de discusiones. La primera es el costo del gradualismo y los números de enero dan una idea de lo que decimos.
En el primer mes del año, el Tesoro consiguió un superávit fiscal de $ 3.929 millones de pesos, superior al del año anterior, a pesar de no contar con los ingresos extras del blanqueo.
Hasta ahí, todo bien. Buen crecimiento de la recaudación impositiva aunque también creció el gasto. Pero el problema es cuando se agrega la cuenta financiera.
Es que el superávit primario sólo contempla la diferencia entre ingresos y egresos y ni computa el pago de intereses ni servicios de la deuda.
En el mes de enero pasado, los intereses de la deuda alcanzaron a $ 29.818 millones de pesos, lo que arrojó un saldo negativo, déficit, de $ 25.889 millones de pesos.
Esto muestra que el déficit es el costo del gradualismo. Lo paradójico es que, quienes se quejan por los precios de los servicios, también quieren que se acelere la baja de la inflación sin costo.
Puede haber muchas teorías pero la realidad es que el gobierno está muy acotado toda vez que en el Presupuesto, más del 60% de las erogaciones están compuestas por jubilaciones ordinarias y otras prestaciones sociales, algunas creadas por el mismo gobierno.
En números más duros hay que decir que unos 20 millones de argentinos, que no trabajan, viven de los aportes e impuestos que pagan 7 millones de argentinos que trabajan.
La única forma de bajar la inflación es bajar el gasto, aumentar las inversiones y el crecimiento de la economía, pero esto ocurrirá con las actuales presiones impositivas, lo que implicará que deban bajar los impuestos, no solo de la Nación sino también en las provincias, y en ese sentido van dirigidas tanto el Pacto de Responsabilidad Fiscal con las provincias, como la reciente reforma impositiva. Además, la rebaja de gastos es necesaria porque no es posible tomar más deuda por mucho tiempo
Lo importante es decir la verdad y no tratar de construir un nuevo relato porque los resultados son evidentes y necesitan explicaciones y no excusas.
Tampoco son posibles delirios mágicos ni discursos voluntaristas. Solo decir la verdad y ser muy eficientes, materias en las cuales el gobierno no está acertando.