La tristeza que provoca cuando el fútbol deja de ser el protagonista principal en un campo de juego. Misael Torres, a los 29 minutos del segundo tiempo, grita con alma y vida el tercer gol de Argentino para que su equipo vuelva a ponerse arriba.
Con el moño de que se aseguraba, de esta manera, la clasificación a la próxima fase. Hasta ahí sólo se hablaba de fútbol. Como debe ser. Pero acto seguido, una decena de barras de Luján invadieron el campo de juego en busca de agredir a un grupo de allegados de Argentino y también a los mismos jugadores.
Partidos suspendido, llegaba otra mala noticia desde los alrededores. El padre del goleador, Misael Torres, había sufrido una descompensación y quedó tirado en el piso. Inmediatamente las corridas de los hinchas para pedir un médico, quien le brindó los primeros auxilios.
Poco tiempo después, ya con estabilizado, el padre de Torres fue trasladado en ambulancia hacia un hospital cercano. El rostro de Misael debía ser de felicidad, él era el responsable de la clasificación a la próxima fase. Sin embargo su cara era de dolor y angustia. Acababa de convertir el gol más triste de su vida.