El gobierno juega con fuego - Por Rodolfo Cavagnaro

El gobierno juega con fuego - Por Rodolfo Cavagnaro
El gobierno juega con fuego - Por Rodolfo Cavagnaro

Desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri se ordenaron algunas cosas que estaban muy complicadas. Tanto la eliminación de los cepos a las exportaciones y al tipo de cambio fueron jugadas riesgosas, que luego se pagaron con inflación, pero permitieron normalizar el mercado externo y dar un mejor flujo al mercado cambiario.

También fue importante haber terminado el conflicto con los holdouts, porque permitió al país salir al mercado de capitales, aunque pagando una prima de riesgo mayor que cualquier otro deudor dada nuestra historia de incumplimientos.

Pero salvo estos cambios, luego introdujo algunas modificaciones impositivas pero muy tenues, ya que se acomodan al proceso de gradualismo elegido que ha generado que no se cambien los problemas estructurales de nuestra economía y que han hecho que estemos estancados en los mismos niveles en los últimos 8 años.

El gobierno adoptó una estrategia gradual para terminar con el déficit fiscal, combinando disminuciones de impuestos, por una parte, y creación de otros nuevos. Además, prometió una baja del gasto, aunque no es perceptible y exige grandes esfuerzos de financiamiento.

Para esto, el gobierno decidió emitir deuda en el exterior, aceptando pagar un poco más de tasa de interés, creyendo que, de esa manera, evitaba consecuencias inflacionarias. Pero el tema es más complejo porque toma deuda en dólares, vende las divisas al Banco Central quien debe emitir moneda para comprarla.

Aunque tenga respaldo en divisas, la expansión monetaria existe y está causada por el déficit y éste, por el elevado gasto público. El problema es que crean moneda cuando baja la demanda de pesos y eso se explica por la presión de los ahorristas por comprar dólares para sacarse pesos de encima ya que se deprecian con la inflación.

Dado que se eligió un modelo gradualista, todo es más lento y cada vez es necesario emitir más deuda porque, aunque baje algo, el déficit fiscal subsiste, y la acumulación de intereses para pagar queda reflejado en el déficit financiero, que ya es superior al déficit fiscal primario. La acumulación de endeudamiento, a su vez, entraña un peligro porque, junto a los intereses, tiene una proyección muy peligrosa si la economía no crece al mismo ritmo

Los riesgos existentes

Cuando el gobierno comenzó a tomar deuda se advirtió desde diversos sectores acerca de los riesgos de un cambio de tenencia en las condiciones internacionales. Esto se agravó con el triunfo de Donald Trump en las elecciones de EEUU, con una propuesta netamente proteccionista. Además, la economía de ese país había reaccionado y la Reserva Federal había anunciado que comenzaría a aumentar las tasas.

Cuando a fin del año pasado el gobierno anunció el relajamiento de las metas de inflación, el costo del crédito creció porque subió la tasa de riesgo país y comenzaron las presiones a la suba de la tasa norteamericana. El gobierno hizo una emisión de bonos por 9.000 millones de dólares y luego no pudo hacer más colocaciones.

Lo cierto es que, contra lo que se creía, el dólar no se valorizó en los mercados y esto hizo subir los precios de las materias primas. Si bien nos vinos favorecidos por las subas de los precios del maíz y la soja, también sufrimos la pérdida de un 15% de la cosecha por sequía. Esta pérdida trajo consigo un aumento en los valores internos de la soja que quedó más cara que en EEUU.

La noticia de esta semana fue que un grupo empresario decidió importar soja de EEUU y ya comprometió la adquisición de 240.000 tn que ingresarán entre octubre y noviembre. Esto hizo bajar los precios locales y, posiblemente, estimulen a vender a quienes tienen guardadas cerca de 1,5 millón de toneladas en silo bolsas esperando mejores precios. Si esto se produce, se podrá aprovechar mejor la demanda de China, que está castigando a la soja de EEUU en su guerra comercial.

Otro frente complicado es el del negocio petrolero. Aunque hay muchos anuncios de inversiones, aún no se visualizan mejoras en la producción y Argentina ya es un importador neto de petróleo para su consumo interno. Además, desde octubre de 2017 el gobierno decidió liberar el mercado interno de combustibles, al terminarse los subsidios al precio del crudo que ahora se maneja en base a los precios internacionales reales.

En ese período las naftas tuvieron varios ajustes de precios. Este año ya han aumentado 12%. Las petroleras se manejan con una ecuación en la cual se computa el precio internacional del crudo, la inflación, el dólar y el precio de los biocombustibles (deben llevar un 10% y deben aumentar hasta un 20% en 2022).

Un dato que preocupa es que desde octubre el petróleo subió un 37% y el dólar sólo un 16%. Pero en total, el crudo creció un 61% y las naftas un 30%. Esto permitiría pensar que para cuadrar la ecuación podrían producirse nuevos ajustes en los valores de los combustibles y esto pegaría muy de lleno en los índices inflacionarios, más allá de las previsiones.

Lo que resta del año

Con una inflación superior al 2% en marzo, se avizora que abril dejará la mala sorpresa de otro índice superior al 2%, lo que completaría un trimestre en el que se consumió más del 60% de la meta inflacionaria del año. El gobierno confía en que en los meses venideros no habrá tanta presión de los aumentos de tarifas para impactar en la inflación.

Pero el problema está en el nivel de gasto y la emisión monetaria. Según datos oficiales del Banco Central, la base monetaria creció un 24% en febrero y un 30% en marzo. En este último mes, además, hubo ingresos récord de recaudación impositiva, lo que implica que el nivel de gasto se disparó mucho más allá de lo razonable.

Si el gobierno quiere bajar la inflación sólo debe bajar el gasto en términos reales. No sirven los viejos artilugios, como anclar el valor del dólar, porque eso trae otras consecuencias, como es el atraso cambiario y la caída de las exportaciones. Además, comienzan a operar rebajas impositivas, lo que obliga a replegar el gasto en forma urgente.

Sería deseable que el gobierno no siguiera jugando con fuego, que termine el voluntarismo y se centre en una política fiscal seria, la misma que el presidente pide a gobernadores e intendentes. Cuanto más rápido baje la inflación, más rápido llegarán inversiones y se podrá acelerar la creación de empleos.

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