La crisis internacional por el efecto Turquía volvió a golpear con fuerza a una Argentina debilitada y provocó un cimbronazo en precios y variables financieras: el dólar se disparó a los 30,68 pesos, el Riesgo País escaló a los 740 puntos básicos y hubo sangrías en bonos y en acciones.
Si bien la devaluación amenaza con recalentar la inflación y licuar los salarios, en el Gobierno lo ven como una oportunidad de mayor margen de maniobra para que la gestión de Mauricio Macri llegue a diciembre de 2019 sin necesidad de tener que salir al mercado a colocar deuda, es decir, arreglarse con los 50.000 millones del crédito del FMI. De hecho, no hubo intervención del Gobierno para frenar la corrida.
El año próximo ingresarán más dólares que en 2018 porque la cosecha podría ser récord, pero esos billetes serán sumamente necesarios para pagar los intereses de la deuda y afrontar un déficit comercial de entre 7.000 y 8.000 millones de dólares.
Entonces, con la devaluación el Gobierno logrará obtener más cantidad de pesos por cada dólar del crédito del FMI que venda en el mercado. Esto, a su vez, le permitirá al Gobierno de Cambiemos no tener que ajustar el gasto en obras públicas al límite de profundizar la recesión.
Según fuentes gubernamentales consultadas por este diario, bajar la inflación sigue siendo "importante", pero "la obsesión pasa por llegar con financiamiento suficiente al final de la gestión".
Receta del FMI
Con el mercado internacional de deuda vedado este año y el que viene, fue el propio Fondo Monetario el que recomendó al Gobierno dejar correr el precio del dólar para licuar las necesidades de financiamiento, explicó la fuente oficial.
El equipo técnico del FMI encabezado por Roberto Cardarelli, jefe de la misión para la Argentina, se reunió ayer con el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne para iniciar la primera revisión de la economía local en 14 años, que durará hasta el 22 de este mes. Y hoy habrá un encuentro con Luis Caputo, jefe del Banco Central.
La idea oficial, no obstante, es que la devaluación no se salga de control. Ayer la escalada del dólar en la mayoría de los países emergentes obligó al Banco Central a llevar la tasa de la política monetaria del 40% al 45% para tratar de transmitir algo de calma al mercado cambiario.
La entidad que timonea Caputo prometió a los inversores financieros que no volverá a bajar la tasa hasta octubre, "en respuesta a la coyuntura externa actual y el riesgo de que implique un nuevo impacto sobre la inflación doméstica".
La autoridad monetaria avisó que hoy a las 14 realizará una subasta de moneda extranjera por 500 millones de dólares, sólo para saciar la demanda y amortiguar el impacto del inicio de un proceso de desarme de Lebac.
Ese dinero saldrá de las reservas dado que el ministerio de Hacienda decidió discontinuar las subastas de dólares del FMI que venía realizando porque tiene exceso de liquidez en pesos.
Mercado nervioso
La divisa norteamericana terminó ayer a $29,59 para la compra y a $30,68 para la venta en el mercado minorista. Fue un alza de 3% (88 centavos) en una jornada, lo mismo que la lira de Turquía, país que atraviesa una profunda crisis económica.
Hubo clima de alto nerviosismo de ahorristas y de inversores, que buscaron refugio frente a los sacudones internacionales y frente a la incertidumbre sobre el futuro económico de la Argentina.
Incluso el dólar mayorista avanzó y alcanzó su mayor nivel desde la salida de la convertibilidad. Aunque terminó a $29,925, por momentos llegó a ofrecerse $30,30.
Las crecientes dudas sobre el panorama económico del país volvieron a materializarse en el riesgo país, que subió 23 puntos y terminó sobre las 740 unidades. El índice que elabora el banco JP Morgan se ubicó así en su peor nivel desde enero de 2015.