El gobierno está intentando por todos los medios cumplir con el compromiso con el FMI de alcanzar el objetivo de déficit cero o equilibrio fiscal para fines de 2019 y no parece ser una tarea fácil. La primera es que ha debido hacer algunas concesiones no previstas y, la otra, que la recaudación no está evolucionando como se esperaba, o al menos, siguiendo el ritmo de la inflación.
Y la dificultad no sería de financiamiento sino de gasto en sí mismo. El gobierno tiene que asumir aumentos en las jubilaciones que este año van a superar la inflación y podrían crecer en un porcentaje superior a la inflación y al crecimiento mismo de la recaudación. La complicación reside en que hay que bajar fuerte los subsidios, pero esto ya le está generando problemas porque los ciudadanos van a recibir nuevos aumentos sin percibir mejoras en sus ingresos. La tentativa de bajar subsidios a la producción de gas en Vaca Muerta también ha generado mala reacción de las empresas que han declinado el ritmo de producción.
El problema de la reducción del gasto público es muy complejo, ya que casi el 60% de las erogaciones están comprometidas entre jubilaciones, pensiones y asignaciones sociales, un 15% es coparticipación con las provincias y con el resto debe hacer frente a deudas, pago de obras y funcionamiento general de las dependencias del Estado. El tema es casi inflexible. Si se repasa el cuadro de esta columna se puede ver cómo hay más de 21 millones de argentinos que mensualmente perciben ingresos el Estado por diversas causas.
La actual misión del FMI se mantiene firme con la necesidad de alcanzar el equilibrio fiscal porque no perciben que haya reactivación de la economía y dudan que el país pueda conseguir colocar nuevos títulos en el exterior. Además, la caída de la recaudación en términos reales también ha encendido una luz de alarma en los técnicos que están auditando las cuentas nacionales. Del resultado depende un nuevo desembolso de hasta 10.500 millones de dólares, aunque podría ser menor para presionar a generar políticas adecuadas. Lo cierto es que las cuentas públicas están muy jugadas. Por eso, el anuncio de Macri del jueves adelantando la eliminación de cargas patronales para empleados que cobren hasta $ 17.500 para las economías regionales es lo único que podía anunciar. Las empresas están pidiendo eliminar retenciones a las exportaciones, pero es un rubro que Dujovne no quiere resignar, más allá de que no está recaudando lo esperado.
Las estrategias monetarias y cambiarias
Hasta ahora el Banco Central ha venido manejando con mucho éxito el sistema de bandas de intervención y, contra lo que se suponía, el valor del dólar nunca se acercó al tope de la banda sino que siempre estuvo cerca del piso. Es más, pasó casi 15 días debajo del mismo a pesar de las compras que hacía el órgano regulador. El BCRA lleva comprado casi 900 millones de dólares desde enero y el dólar recién el miércoles puso reingresar dentro de los límites fijados.
La discusión con el FMI es que los técnicos del organismo quieren que la flotación sea limpia y que el BCRA no intervenga, ni comprando ni mucho menos vendiendo, si el valor supera el techo. Incluso, no están de acuerdo con las bandas de intervención.
Quizás los técnicos del organismo no terminan de entender los mecanismos de la Argentina, que tiene una economía bimonetaria, casi dolarizada porque los argentinos no confían en el peso.
Hasta ahora, el BCRA ha venido manejando la tasa haciéndola bajar en la medida que más gente se desprendía de dólares y cuando compraba inyectaba pesos que luego esterilizaba mediante las Leliq. Además, tomó una serie de decisiones para desalentar el ingreso de capitales especulativos. La tasa hoy está en 43% y, según los expertos, el piso podría estar en 42% en el corto plazo y llegaría a 40%, si se confirma una expectativa inflacionaria del 30%.
El gobierno no quiere sobresaltos con el dólar antes de las elecciones y aquí aparecen los temores de los técnicos. Si crecen las expectativas de inflación y la tasa se mantiene baja, aparece el temor de una nueva demanda de dólares dado que se ha quedado atrasado y su valor real está en los mismos niveles anteriores a la devaluación de Junio.
Por eso, además, el BCRA busca que el valor vaya recuperando camino en forma paulatina y moderada.
El punto de equilibrio es muy complejo. Si la economía no se recupera un poco, la recaudación complicará el objetivo del déficit cero, pero para que se produzca una reactivación es necesario que vuelva la inversión, y con las actuales tasas de interés no parece un camino cercano.