La resolución de la Corte Suprema de la Nación, anulando un fallo del máximo tribunal mendocino que redujo la pena a uno de los acusados del homicidio de la niña de 13 años Micaela Tati, fue considerado una victoria en el Gobierno provincial.
Es que ese caso es uno de los hitos de una pelea que marcó las relaciones entre la Corte mendocina y el gobernador Alfredo Cornejo: la vieja disputa entre "garantismo" y "mano dura" y particularmente entre Cornejo y el supremo Omar Palermo.
La historia indica que días antes de que asumiera el actual gobernador, la sala penal de la Corte, conformada por Palermo, Mario Adaro y Herman Salvini decidió rebajar la pena de Jorge Barroso. Fueron los votos de Palermo y Adaro, con la disidencia de Salvini, los que le dieron 8 años de prisión, en lugar de los 26 años que le habían dado en la Sexta Cámara del Crimen en 2014.
El argumento de Palermo y Adaro para bajar la pena fue que los asesinos equivocaron el blanco. Querían matar a la persona que acompañaba a la nena en ese momento, Rafael Molina, tío de la pequeña Micaela. Fue un intento de homicidio que salió mal y la muerte de la niña fue un daño colateral. "Homicidio imprudente" según la argumentación.
Así, el caso Tati se transformó en uno de los principales ejemplos de la eterna cantinela de Cornejo contra el “garantismo” y contra Palermo.
Esa sentencia que redujo la condena de Barroso fue apelada por entonces procurador Rodolfo González, quien recurrió a la Corte nacional. La resolución de ese recurso extraordinario se conoció el miércoles y obliga a la Corte mendocina a dar una nueva condena.
Cuando se conoció el fallo de la Corte nacional hubo puños apretados en el Ejecutivo; se sintió un clima de victoria por la decisión. "Este caso concreto demuestra que la pena a 26 años por el asesinato de la niñita era justa desde lo jurídico y desde el sentido común. Ese es el problema: cuando el estudio del Derecho Penal elimina el sentido común", dijo el subsecretario de Justicia Marcelo D'Agostino. La frase apunta a los pergaminos académicos de Palermo, un jurista que goza de amplio reconocimiento internacional.
Los elegidos
La condena de 2014 a 26 años fue firmada por uno de los mimados de Cornejo. En esa época Alejandro Gullé era miembro de la Sexta Cámara del Crimen. En agosto de 2016 Gullé fue impulsado por el gobernador a la Procuración de la Corte, en reemplazo de González, quien se jubiló en julio de ese año.
Así el caso Tati también delinea el escenario en el que operó Cornejo en su pelea contra el "garantismo" que supuestamente encabeza el supremo Palermo.
Otro de los hitos de esa pelea fue poner a José Valerio en la Suprema Corte reemplazando a otro protagonista de la historia: Salvini, quien votó en disidencia. Valerio estaba en la Segunda Cámara del Crimen y es considerado otro "mano dura", como Gullé.
Cuando Cornejo presentó su postulación a la Corte, el 15 de octubre de 2015, citó el caso de Micaela Tati y dijo que su candidato adhería a la doctrina "de los que quieren que los delincuentes estén presos... Una doctrina que garantiza el proceso pero privilegia los derechos de las víctimas".
Valerio fue resistido por los organismos de derechos humanos y acusado de misoginia. Cornejo lo defendió públicamente del embate y en la defensa volvió a usar el caso Tati: "La Suprema Corte bajó la condena de 26 años a ocho años a los asesinos de Micaela Tati, privilegiando el derecho de la defensa".
La palabra de Cornejo en aquel lejano octubre de 2016 apuntaba a Palermo, un hombre de la agrupación filokirchnerista Justicia Legítima; la lectura del Gobernador era que todos los cuestionamientos a Valerio venían de organizaciones vinculadas principalmente a ese espacio político.
