A pesar del rechazo que anteayer hizo oficial de manera pública la CGT después de una reunión de su conducción y de que no hay en agenda una pronta reunión con la mesa chica de su consejo directivo, el Gobierno aún confía en alcanzar algún tipo de consenso antes de enviar al Congreso su proyecto de ley sobre la reforma laboral.
El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, como ninguno de dos demás altos funcionarios de esa cartera, tiene prevista reunión alguna con los triunviros secretarios generales Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, ni con éstos más la denominada "mesa chicha" que integran los llamados "gordos" y los "independientes" de los sindicatos más poderosos.
Así lo confirmó a Los Andes una fuente de Trabajo, ante la versión que siguió a la reunión cegetista del jueves según la cual la reunión negociadora sería el lunes, dado que hasta ahora los encuentros habían sido de las autoridades laborales con los asesores legales de la central.
“La decisión es seguir dialogando y buscando consensos”, agregó aquella fuente, que buscó minimizar las diferencias, aunque terminó por admitir que hasta ahora los acuerdos se limitan a los tres cambios que habían sido negociados antes del triunfo del oficialismo en las elecciones del 22 de octubre: blanqueo laboral con un amplio perdón administrativo e inmunidad penal para los empleadores; relanzamiento de las pasantías y los sistemas de prácticas formativas, y creación de una agencia de evaluación sanitaria para frenar juicios contra obras sociales y prepagas.
No hay, en cambio, acuerdo alguno en torno a lo que la fuente describió como “los 14 puntos”, referidos a cambios en la Ley de Contrato de Trabajo, y que son la razón central del rechazo unánime que hizo público la CGT, aun cuando persista en su interior la posición mayoritaria de abandonar el diálogo con el Gobierno nacional.
Son justamente los cambios que la administración de Mauricio Macri incorporó después del triunfo electoral y que está decidida a lleva adelante a partir del fuerte respaldo que logró en las legislativas.
El propio Presidente lo dejó entrever durante una de sus presentaciones de esta semana en Estados Unidos antes potenciales inversores. Mientras que acá el jefe de Gabinete de Trabajo, Ernesto Leguizamón, hizo un comentario más o menos en el mismo sentido:
“Si bien nuestra voluntad es de diálogo y de consenso, no se puede soslayar que este es un gobierno que ha trabajado en pos de consensos y ha logrado el apoyo de la población” en las últimas elecciones, dijo el jueves, poco después de conocerse el rechazo de la CGT.
Precisamente a ese argumento gubernamental le salió al cruce ayer el secretario general del sindicato Asociación Bancaria y titular de la Corriente Federal de los Trabajadores, Sergio Palazzo, al manifestar su “absoluto rechazo” a la reforma laboral, que “está íntimamente ligada” a la previsional y la tributaria.
“Este gobierno piensa que por haber ganado las elecciones se le ha dado un cheque en blanco, y no es así. Por eso, la posición de rechazo debe ser firme”, dijo el bancario, cuyo gremio es parte de la CGT pero no de su conducción. Palazzo, de buena relación con el sector del camionero Pablo Moyano, extendió su rechazo a lo que ya habría sido acordado (“el blanqueo le hace gracia a quienes tuvieron en negro a los trabajadores”) y anticipó que ese sector hará una movilización y podría coordinarla con la que preparan las dos CTA. “Ojalá que la CGT lo tome como suyo”.
También lo hizo el líder del sindicato de canillitas, Omar Plaini: “Entre agosto y octubre la conversación entre el gobierno y la CGT era sobre una reforma sector por sector. Después del 22 de octubre, con los resultados electorales, se nos presenta una reforma laboral que cambia completamente el derecho laboral y que no vamos a aceptar”.