El Nuevo Gasómetro quedó chico para la noche que soñó todo hincha de San Lorenzo, que desbordó el barrio que envuelve el estadio, pero también los sitios más emblemáticos de su querido Boedo.
La vigilia se hizo larga, la ilusión de conseguir una entrada a último momento fue soporte hasta último momento, aún frente al enrejado perimetral del predio en el Bajo Flores.
La avenida Perito Moreno fue fiesta desde temprano, parecía carnaval, todo de azul y grana, y regado con la botella que cuadre.
Los hinchas coparon las cuadras, y mordieron el alambrado para ver si se podían meter en ese reducto que pese a tener más de 40 mil personas, resultó selecto para el que no tuvo la suerte, el dinero o el tiempo de hacerse del pasaporte.
Entonces unos optaron por hacer San Juan y Boedo, la histórica esquina que Homero Manzi le puso letra de tango, el Obelisco de encuentro de sanlorencistas.
Vibraron otros desde el boliche que tuvo vida con el Viejo Gasómetro y al que desde la esquina de avenida La Plata y Avelino Díaz veló durante más de tres décadas de ausencia.
Para que las horas pasen más rápido hubo una temprana caravana al estadio. Quería ver a su San Lorenzo la gente, y hasta silbó al cantante colombiano J Balvin y los tres muchachos que bailaron al compás de su reggaeton, al punto que las tribunas empezaron a bajarle el “Sanlore...Sanlore”. Al final aplaudió cuando se terminó la escenografía y el hincha vio que auxiliares sacaban la tarima.
Entonces el hincha vio que se venía el partido tan esperado cuando el presidente Matías Lammens y el manager Bernardo Romeo le dieron una camiseta a Ángel Correa, que pasa por un momento difícil pero hoy envuelto en mimos tribuneros
Y entonces el cielo se iluminó de colores, el verde del campo con las serpentinas blancas y con los once jugadores portadores de la camiseta azulgrana, y de una ilusión abrazada durante toda la vida.
Sin tribunas tubulares
El Comité de Seguridad no habilitó ayer las tribunas tubulares que San Lorenzo había construido debajo de la platea sur, a la vez que el Gobierno de la Ciudad le negó al “Ciclón” la habilitación para instalar una pantalla gigante en la esquina de las avenidas San Juan y Boedo. Ni siquiera el poder jugar la gran final de la Libertadores le permitió a los azulgranas tener más convocatoria aún. Un dictamen negativo de los organismos de seguridad obligó a dar marcha atrás con la iniciativa.
En cambio, se autorizó que se corrieran las rejas que marcan el límite del codo Q, lo que permitió el ingreso de más hinchas en ese sector. La idea original del “Ciclón” era incrementar la capacidad del Nuevo Gasómetro ante la fuerte demanda de entradas de los simpatizantes “cuervos” que agotaron rápidamente los 39.000 lugares que ofreció el club.
Por otra parte, la Ciudad de Buenos Aires denegó la posibilidad de instalar una pantalla ginte para que los simpatizantes "cuervos" que no pudieron conseguir entradas para la final, pudiesen seguir el partido en el corazón del barrio de Boedo.
La Ciudad de Buenos Aires negó la autorización debido a que "no están dadas las garantías de seguridad" para albergar a tanta gente, con tan poco tiempo de organización. El gobierno porteño alegó también que "por razones operativas"la Policía Federal "no tendría los efectivos" necesarios para dicho control en las calles del barrio de Boedo.
Si bien las medidas de seguridad parecieron extremas, el control fue lo suficientemente efectivo para prevenir cualquier inconveniente en la gran final.