Dentro de tres días, el japonés Shigeru Ban recibirá en Ámsterdam el prestigioso premio Pritzker 2014, considerado el "Nobel de Arquitectura", pero por el momento el arquitecto trabaja en un efímero pabellón de la embajada de Brasil en Tokio con motivo del Mundial.
Al igual que en Brasil, donde muchos estadios de la Copa del Mundo de Fútbol estarán listos en el último minuto, el "Pavilhão" ("pabellón") de Ban también lleva retraso a causa del período de lluvias que arrancó muy fuerte el pasado fin de semana.
El martes salieron tímidos rayos de sol. Shigeru Ban, con su eterno traje negro, fue a visitar las obras junto a 30 hijos de trabajadores brasileños que viven en la ciudad de Joso, al norte de Tokio, para explicarles como trabaja con cartón reciclado.
En un patio de la embajada amarilla y azul, que atiende a los más de 200.000 brasileños residentes en el país nipón, el reconocido arquitecto instaló en lo alto de una escalinata de nueve peldaños imponentes tubos de cartón duro marrón claro, que dan al edificio un aire de templo griego.
El ondulado techado de plástico transparente, apoyado por tubos más finos, garantiza también un "efecto bambú".
"El tamaño [del proyecto] no importa", dice en una entrevista a la AFP Shigeru Ban, quien entre sus obras cuenta con un imponente auditorio en París, aún en construcción, y otro en la ciudad italiana de L'Aquila, devastada en 2011 por un sismo.
Café matutino y fútbol
Aunque reconoce que "realiza un viaje de ida y vuelta cada semana entre París y Tokio", esta vida aérea nada tiene que ver con el dinero, si bien no esconde que necesita imperativamente hacer caja para continuar con sus atrevidas obras conceptuales, entre ellas las estructuras provisionales levantadas en zonas devastadas por catástrofes naturales y conflictos.
Este arquitecto-humanista montó últimamente construcciones en cartón para las personas rescatadas en Filipinas, tras el paso del tifón Haiyan. Asimismo, Ban ya había construido un templo religioso en la ciudad japonesa de Kobe, tras el sismo de 1995, y otro en Christchurch (Nueva Zelanda), después de otro terremoto.
"Necesito ganar dinero para esto", se justifica el galardonado, para quien el Pritzker "no debe" cambiar su vida y su concepción de la arquitectura.
"Continuaré haciendo lo mismo. Trabajar en las zonas escenario de catástrofes, pero también para los privilegiados, y continuar con la enseñanza", explica Ban ante la mirada atenta de algunos de sus alumnos.
¿Qué dirá durante la ceremonia de entrega del Pritzker el próximo 13 de junio de Ámsterdam? "Mi conclusión será: no quiero cambiar, aunque se trate de un premio de tanta importancia", dice el arquitecto, reacio a avanzar algo más de su discurso.
Durante el Mundial, el "Pavilhão"estará abierto al público con fútbol, actividades culturales y musicales, bossa nova y posiblemente caipirinha, si bien cuando juegue la "canarinha" (la selección brasileña), la embajada ha previsto un pequeño café matutino. El puntapié inicial será a las 05H00 de la mañana hora japonesa.
A la entrada de la embajada brasileña, Ban se abstiene muy diplomáticamente de pronosticar quién ganará la Copa del Mundo: Japón, Brasil... o Francia "por supuesto".