El G8 que se iría junto al capitán

De mantener su decisión, Messi no sería el único que deje el equipo. Hace rato que se habla de Mascherano. Biglia, Lavezzi, Andújar, Rojo, Higuaín, Di María y Agüero, los seguirían.

El G8 que se iría junto al capitán

Javier Mascherano quería renunciar. Le parecía que había dado todo, que nada más tenía para hacer en la Selección. La Copa América había cacheteado su ilusión de ser campeón. De vuelta en Barcelona después de unos días de vacaciones, un compañero empezó a ablandarlo de a poco para convencerlo. El plan fue subiendo de tono hasta que encontró el argumento demoledor: “Si vos te vas, yo también me voy”. El que hablaba en aquel verano europeo de 2011 era Lionel Messi.

Messi renunció. Le parece que dio todo, que nada más tiene para hacer en la Selección. La Copa América cacheteó su ilusión de ser campeón. La duplicación del párrafo anterior termina en este punto: esta vez parece difícil que un compañero del Barça quiera convencerlo. Más bien, las señales indican lo contrario: "Varios están pensando en irse", reveló el Kun Agüero a la salida de un vestuario demolido. No resulta extraño incluir al propio Agüero en esa lista: ni siquiera sus 28 años le parecen un elemento suficiente para seguir intentando.

Mascherano ya había amagado hace un año, tras la primera final perdida contra Chile: “Quizás soy yo y tenga que dar un paso al costado para que venga otro”, había dicho entonces. El domingo por la noche, ni eso: se fue del estadio caminando en silencio, con la mirada en un punto imposible y los ojos vidriosos.

No sería extraño que, si Messi mantiene su decisión y se le suman Mascherano y Agüero , también caigan más apellidos. Por algo Kun habló en plural. Es que la nómina de los que estuvieron en los planteles que perdieron tres finales consecutivas es larga: además de ellos están Lucas Biglia, Sergio Romero, Marcos Rojo, Gonzalo Higuaín, Ángel Di María, Mariano Andújar y Ezequiel Lavezzi.

Igual, el peso de las derrotas es solo una parte de la explicación a la crisis. La otra apunta más a que los jugadores hace tiempo se sienten solos, sin un respaldo que la AFA no está en condiciones de darle. ¿Quién lo haría, si ni siquiera está claro si tiene presidente? Los desórdenes son grandes, y la convivencia en esta Copa volvió a evidenciarlos.

Dirigentes que fueron y vinieron a Buenos Aires según sus urgencias políticas, problemas en la logística de algunos vuelos y, sobre todo, una falta de organización que haga ver para dónde va el barco son elementos que los futbolistas advierten. “Si querés, después de la final te digo lo que pienso de la AFA”, había dicho Messi el viernes en la conferencia de prensa que ofreció. Entonces era el capitán. Hoy, hasta la cinta está vacante.

El uno por uno, y futuro, de los que más jugaron

Gonzalo Higuaín. Tuvo una mala primera fase y levantó en cuartos y semis, clavando un doblete en cada partido. Tenía todo para romperla en la final, pero otra vez tiró afuera un gol casi hecho. La gente se hartó de él.

Ángel Di María. Otra vez flaqueó en una final. No había estado contra Alemania, se había desgarrado el año pasado ante Chile y esta vez llegó con lo justo. El DT lo puso de titular y casi no tuvo participación. Se fue pateando una botella cuando lo reemplazaron.

Sergio Agüero. Fue suplente de Higuaín. En la final el Tata le dio 50' y no gravitó. Estuvo impreciso a pesar de que, de cabeza, tuvo la más clara de Argentina.

Javier Mascherano. Caudillo absoluto. Fue uno de los que levantó la bandera de que ya no alcanzaba con llegar a la final y jugó todos los partidos a muerte. La rompió en el último contra Chile, donde arrancó de 5 y terminó de 2. Y hasta metió su penal.

Sergio Romero. Otro de los que  ratificó que merece la titularidad. Chiquito recibió dos goles en seis partidos y hasta le tapó el penal a Vidal en la definición vs. Chile. Con atajadas vitales salvó varias veces a la Selección.

Nicolás Otamendi. Este fue su torneo consagratorio. Nadie puede discutirle como el 2 emblema del equipo. Jugó en óptimo nivel, tuvo regularidad y cumplió una excelente labor en la final.

Ramiro Funes Mori. Calló a los detractores que dudaban acerca de su presencia en el 11 titular. Fue el complemento zurdo ideal para Otamendi y juntos conformaron una muralla infranqueable.

Gabriel Mercado. El lateral derecho que necesitaba Argentina. A base de sacrificio, esfuerzo y solvencia, le sacó años luz a Zabaleta. Llegó para ganarse el puesto y lo hizo con creces, transformándose en un pilar de la sólida defensa que conformó el DT.

Marcos Rojo. Venía realizando una buena Copa América hasta su tonta expulsión en la final.

Lucas Biglia. Se recuperó en tiempo récord de uan lesión, pero nunca llegó a coronar un buen nivel. Falló su penal. Para el olvido.

Ever Banega. Su mejor torneo. Tomó el mando de la mitad de la cancha y se entendió a la perfección con los de arriba.

Augusto Fernández. Llegó para comer banco y terminó siendo fundamental. La suerte no estuvo de su lado y terminó lesionándose en la semifinal.

Ezequiel Lavezzi. Otro de los que silenció a varios. Llegó desgarrado y tuvo un certamen aceptable, con dos goles incluidos. Se perdió la final por la fractura del codo izquierdo.

Nicolás Gaitán. Ni él se veía jugando y terminó siendo uno de los mejores.  Para lo que viene se ganó su lugar como una alternativa de los habituales titulares.

Erik Lamela. Otro de los que llegaba con dudas y cumplió. Se despachó con dos goles y se ganó un lugar entre las alternativas.

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