Lo decisivo que ha ocurrido en China en los últimos 6 meses es que el 45,6% del total de las inversiones industriales se ha destinado a las nuevas manufacturas de alta tecnología, que ya son 10% del PBI -serían 15% en 2020-, y generarían un producto (valor agregado) de US$1,47 billones.
En este período, las nuevas industrias ocuparon a 5,85 millones de trabajadores de alta calificación (grado universitario o terciario), que aumentarían a 10 millones en 3 años. Las ganancias de estas nuevas empresas crecieron 13,3% en los 5 primeros meses del año, 1,8 puntos porcentuales por encima del nivel alcanzado en 2016.
Las nuevas firmas industriales se han fusionado con Internet, y despliegan todo su potencial a través de las plataformas de e-commerce (Alibaba, Tencent, Baidú), cuyas ventas crecieron 28,6% entre enero y junio de este año, y alcanzaron a US$350.000 millones.
Esto ha ocurrido cuando el consumo final implicó 77% del alza del PBI en el primer trimestre de 2017 (fue 43% en 2013); los servicios cubrieron 56,5% del producto (eran 46,7% hace 4 años); y el superávit de cuenta corriente se hundió a 0,7% del PBI, tras haber alcanzado a 11% del producto en 2007.
China crece hoy sobre la base excluyente de la demanda doméstica -el gigantesco mercado interno-, que representó 96,1% del auge del PBI; y lo hace arrastrada por el mayor nivel de consumo individual del mundo.
La clave de China en materia de consumo es la nueva clase media, constituida por unos 300 millones de personas -que serían 400 millones en 2020 y 1.000 millones diez años después- , cuyo nivel de ingreso per cápita es comparable con el norteamericano (US$45.000/US$ 55.000 anuales).
Lo que ha sucedido en la República Popular en estos últimos 6 meses es que lo que se proponía realizar - el cambio del denominado “modelo de acumulación” desde la inversión y las exportaciones a la innovación y el consumo doméstico- en lo esencial ya ha ocurrido. Lo cuantitativo se ha tornado cualitativo.
El cambio de “modelo económico” hace que las importaciones crezcan más que las exportaciones, y que al mismo tiempo se modifique la naturaleza de los bienes que compra del exterior, en el sentido de mayor valor agregado y complejidad tecnológica.
Por ejemplo, tras el acuerdo entre Donald Trump y Xi Jinping del 6 y 7 de abril en Palm Beach, Florida, las exportaciones de bienes y servicios de EE.UU. a China se duplicarían en los próximos 10 años, y alcanzarían a US$369.000 millones anuales, que serían US$520.000 millones en 2050; y prácticamente la totalidad, salvo las exportaciones agroalimentarias, estaría constituida por bienes y servicios de alta tecnología.
El tiempo de verbo es crucial en el análisis económico. El único que interesa es el que se formula en tiempo “presente”. Los 300 millones de chinos que disponen del mayor nivel de consumo del mundo adelantan lo que viene. La China posible llega al presente desde el futuro y lo transforma. Ha emergido una economía superintensiva de alto valor agregado que encabeza la nueva revolución industrial del sistema capitalista.
El consumo individual aumentó 10,4% entre enero y junio de este año, con un crecimiento del PBI per cápita de 8,8% anual. Lo notable es que este auge excepcional del consumo crece prácticamente sin usar dinero en efectivo.
El sistema digitalizado de pagos tiene solo 3 años de antigüedad (surgió en el primer trimestre de 2015); y es inseparable del hecho de que China es el país más interconectado del mundo, con 820 millones de usuarios de Internet
Todo se realiza a través de un sistema plenamente digitalizado que tramitan dos grandes plataformas (Wechat y Alipay), cuyas ventas alcanzaron a US$5,5 billones en 2016 y se elevarían a US$7,7 billones a fines de este año.
Wechat/Tencent procesa 806 millones de consumos diarios (+43% anual), y Alipay/Alibaba realiza 175 millones de transacciones por día (+60% anual). Los usuarios realizan compras promedio de US$1.526 anuales.
McKinsey Global Institute estima que la digitalización de las finanzas agregaría US$6,7 billones a la producción mundial en 10 años. En China, el añadido sería de US$1,05 billones, que implica un alza de 4,2% del PBI.
Los usuarios chinos de Internet tienen las siguientes particularidades: la edad promedio es 18/29 años, con educación universitaria o terciaria, muchos (quizás 30%) lo han hecho en el exterior; y la totalidad dispone de Internet móvil (smartphones).
Entre ellos, 530 millones utilizan unidades 4G, y la totalidad de los usuarios dispondrá en 10 años de equipos 5G, intervención del gobierno chino mediante, que realiza una inversión de US$3.000 millones anuales para instalar en todo el territorio de la República Popular una red de interconexión hiperintensiva de alcance global.
El futuro se conjuga en tiempo presente en China, y por definición se despliega -según la visión estratégica fundadora de Mao- de modo superintensivo y "prolongado".