Asociar la problemática del futuro del trabajo, nuevas tecnologías, mercado laboral y cuarta revolución industrial (4RI) puede conducir a errores. La 4RI no sigue a las anteriores ya que es un cambio disruptivo, el paso a una nueva era. Punto de quiebre hacia un nuevo estado de organización de las fuerzas y relaciones de la producción a nivel global, que cambia el valor del trabajo en relación con el capital y la distribución del ingreso.
Mi recordado amigo Horacio Godoy, me ofreció la oportunidad de compartir un desayuno con Alvin Toffler -quizás la inteligencia de anticipación más relevante del siglo XX- en su última visita a Argentina, y conversar sobre las revoluciones digital y de las comunicaciones, también de la singularidad tecnológica. Resumía su visión de “La tercera ola” como la de la sociedad port-industrial, y ésta es lo que suele llamarse 4RI, y es de hecho una nueva era social: la del conocimiento.
En ella Toffler decía: “Analfabeto será quien no sepa dónde buscar la información, para resolver una problemática concreta en un momento dado. La formación personal requiere capacidades para conocer lo que se precise en cada momento y no por conocimientos obsoletos instalados en su mente”. Esto nos lleva a un segundo error respecto a consecuencias de la 4RI: pensar que mercado de trabajo y empleo conforman una relación constante y que la amenaza de las próximas tecnologías exige restablecer el equilibrio perdido. Cuando nuevas tecnologías transforman la estructura de relaciones sociales no es posible volver al estadio anterior.
Debemos re-significar el trabajo superando la oferta y demanda de empleo. En un viejo relato un viajero interrogaba a trabajadores en una cantera sobre aquello que hacían, obteniendo diferentes respuestas. Uno dijo: pues, picando piedras; otro: ganándome el pan para mi familia y un tercero: construyendo una catedral. Igual trabajo pero distinto sentido considerado desde lo exclusivamente individual o diferentes contextos, en los que adquiere distinto valor. No resisto pensar qué respuestas a igual pregunta darían hoy nuestros políticos.
Otras ideas obsoletas a revisar: la creación de empleo depende de la inversión externa que requiere garantías u otras facilidades (externalidades para las corporaciones). Lo necesario para la creación de empleo es información, conocimiento y creatividad. Nuevos, porque aquellos obsoletos son obstáculo y no solución.
El Estado no basta; las políticas públicas requieren información, conocimiento y participación de todos los actores involucrados en la relación laboral: empresa, trabajador;, gobiernos nacional, provincial y municipal; mercados y centros educativos de cercanía y globales. Tampoco políticas generales resuelven situaciones específicas. Los cambios impactan diferentes por regiones, sectores, culturas locales y por los mercados. No son suficientes “soluciones lineales” sino enfoques sistémicos, y considerar que todas ellas producen impactos positivos y negativos simultáneamente, oportunidades y riesgos que deben preverse con anticipación.
Pero la crisis no resulta sólo de cuestiones internas. Las tecnologías son globales y no necesitan nacionalizarse. No hay solución sin participación, ni sin nuevos abordajes. Se requiere organizaciones en todo el país para el desarrollo sumado de tecnologías y de capacidades. Superando la relación individual trabajador-empleador hay que pensar redes de trabajo que producen valor. En diferentes ámbitos: Transporte y logística, producción de bienes, automatización del trabajo, provisión de energía, agua y saneamiento; construcción, comercio e intercambio, impactos remotos, cuidado de la salud, adquisición de información, producción de experiencias, seguridad y protección, cooperación y confianza, sentido de la existencia, estructuras de poder.
Sin duda las nuevas tecnologías requieren nuevas habilidades para la fuerza laboral en cualquier lugar de nuestro país. Crear centros con la participación de trabajadores, socios productores y la colaboración de los recursos educativos y de investigación locales para promover y desarrollar las habilidades avanzadas necesarias, junto a las tecnologías que inexorablemente vendrán en el futuro inmediato a fin de conformar la futura fuerza laboral para fabricar los productos del mañana
El Millennium Project realizó más de 55 estudios desde 1996, sobre el futuro. Con 65 nodos en todo el mundo, participan académicos, empresarios, funcionarios y OOII, gobiernos, corporaciones, ONGs y universidades. Produce los informes: “Estado del Futuro”, “Metodología de Investigación de Futuros” y el “Sistema Global de Inteligencia de Futuros”. Recientemente presentó en Washington D.C. su informe: “Work / Technology 2050: Scenarios and Actions”. Este estudio detalla tres escenarios de futuros hasta 2050 y 93 posibles acciones. Resultado de 30 talleres nacionales en 20 países, estas acciones fueron evaluadas por cinco encuestas internacionales respecto de su viabilidad para evitar inminentes desastres y mejorar el mundo.
Algunas de estas propuestas son:
• Crear un sistema de inteligencia colectiva nacional público-privado, experto/ciudadano, para alertas tempranas de problemas y oportunidades mediante análisis estratégico, facilitando al público participar de la toma de decisiones.
• Elaborar proyecciones alternativas de flujos de caja sobre el ingreso básico universal y cuándo sería posible y financieramente sostenible considerando impuestos a licencia de robots, IA, reducción de paraísos fiscales o impuestos al carbono, incremento de riqueza por nuevas tecnologías, impuesto corporativo mínimo, etc.
• Establecer una plataforma en línea para ciudadanos que ofrezcan sus habilidades, servicios para trabajos a tiempo completo, parcial y por única vez.
• Gobiernos, empleadores y sindicatos deberían cooperar creando modelos de aprendizaje durante toda la vida, incluidos pronósticos de los requisitos de habilidades futuras.
• Crear nuevos sindicatos para vincular empresas unipersonales en garantizar los derechos de los trabajadores en el auto-empleo.
• Los sindicatos se centran más en mantener ingresos que desarrollar nuevas actividades. Deberían ayudar a la transición del trabajo obsoleto al siguiente empleo e iniciar un “Movimiento de aumento” para invertir en tecnología que aumente y no remplace el trabajo.
• Crear una oficina o agencia para la evaluación de la tecnología anticipando posibles resultados negativos para evitar repetir desastres pasados y anticipar resultados positivos. Participando comunidades académicas, de ciencia y tecnología y gobierno.
Ésta es una muestra de casi un centenar de propuestas. No todas son aplicables sin adaptación a nuestro medio pero son un valioso instrumento para debatir sobre acciones concretas.
*El autor es graduado en Ciencias Políticas, doctor en Historia e investigador de Futuros. Dirige el Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva, nodo del Millennium Project.