Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
El domingo pasado se publicó en las páginas de Los Andes una interesante nota en la cual investigadores de la UNCuyo daban cuenta de estudios que muestran los riesgos que asechan a los oasis de la provincia que están sufriendo una especie de “efecto pinzas”, ya que, por un lado, sufren el avance de la urbanización descontrolada y, por el otro, el avance del desierto en los bordes de los oasis.
Recordemos que vivimos en un desierto y que los oasis son partes que le quitamos a éste, y si no los cuidamos, el desierto intentará recuperarlos.
El problema está instalado y es imposible desconocerlo, pero además, avanza de manera incontenible en la medida que no se dicte la Ley de Ordenamiento Territorial que está en la Legislatura. La doctora María Elena Gudiño, entre otros cargos, es directora del Doctorado en Ordenamiento Territorial y lidera un grupo de profesionales que trabajaron en el proyecto original, al cual se le sacaron, desde su punto vista, partes sustanciales antes que el Ejecutivo lo enviara a la Legislatura.
Por esa razón, el grupo de investigadores de la UNCuyo insistió en junio de 2014 con el envío del proyecto, preocupado porque advierten que los legisladores no muestran interés ni valoración por la importancia del tema.
Problemas jurídicos y económicos: Uno de los mayores problemas es el derivado de la aplicación de la norma del Código Civil que establece la división patrimonial en porciones iguales para los herederos. Esta ha sido la causa principal de la división de las propiedades rurales, que ha generado la proliferación de minifundios. Hace algunos años una ley nacional dispuso que cada provincia estableciera la Unidad Económica Mínima, algo que Mendoza no ha hecho. En la propuesta del equipo de investigadores se plantean varios criterios para fijarla.
El problema es que muchas explotaciones, por razones diversas, se han vuelto inviables y se han reconvertido a loteos de manera desordenada, con la consiguiente pérdida de zonas productivas. La ley debe complementarse con acciones destinadas a los minifundios actuales con el asesoramiento y, si es necesario, algún subsidio para que puedan retomar actividades productivas con eficiencia.
Las malas prácticas o el abandono de muchas propiedades están facilitando que el desierto avance lentamente, pero en forma decidida, a recuperar sus dominios.
Urbanización: Ha sido la mayor transformación que ha sufrido el oasis norte. Si bien todos apuntan a los barrios privados, hay que reconocer que el Estado mismo, en la construcción de barrios del IPV, también avanzó en la irrupción desordenada de las nuevas viviendas.
Este avance ha generado problemas en la provisión de servicios básicos, que no estaban previstos, pero también conflictos en zonas que contaban con agua de Irrigación que en muchos casos ha quedado vacante y obliga a hacer inversiones para redireccionar servicios.
Muchas zonas del Gran Mendoza, sobre todo en Luján y Maipú, que fueron productoras de uvas de alta calidad, hoy están invadidas por ladrillos y hormigón, elevando las temperaturas medias en dichos microclimas. En el caso de Guaymallén y zonas de Las Heras se han perdido áreas que tradicionalmente abastecían de hortalizas.
El desafío es grande pero es urgente. No sabemos si es por indolencia o presiones de intereses privados, pero lo cierto es que no se puede seguir sin hacer nada porque lo que está en juego es la calidad de vida de todos los habitantes del oasis, sea que vivan en barrios privados o en viviendas sociales.