El sector agrícola se ha visto envuelto en severas crisis de precios que han complicado a muchos empresarios de todo tamaño, pero fundamentalmente las pequeñas y medianas empresas han sido las más perjudicadas. En nuestra región, muchas explotaciones de 5 o menos hectáreas terminaron vendiéndose para fines inmobiliarios ante la inviabilidad de su explotación comercial.
El sector agrícola se debe el desafío de una mejora muy grande de la productividad para justificar el valor de las propiedades y para justificar el costo de un insumo crítico, como el agua. La mejora productiva es esencial toda vez que la capacidad de ampliar la extensión de los oasis es casi imposible por el crecimiento de los sectores urbanos y la competencia por el agua, también, con el sector industrial.
Cuando hablamos de tecnologías nos referimos tanto a las duras (máquinas, software, elementos informáticos) como a las blandas (sistema de gestión integral, manejo de cultivos, cuidados de cosecha y poscosecha), así como a sistemas de comercialización. El desafío es hacer lo mismo que se hacía pero de mejor forma para obtener los mejores productos, en más cantidades y con calidad uniforme de modo de asegurar los mejores precios para asegurar la sustentabilidad económica y ambiental.
Hay algunos cultivos, como los de uvas destinadas a vinos de alta gama, en zonas muy especiales, en los cuales se buscan producciones acotadas para obtener una alta concentración de calidad, pero otros cultivos, destinados a vinos de mayor volumen, que no están destinados a guarda, que pueden ser objeto de mayores volúmenes y, en algunos casos, se requiere un recambio de variedades por otras más jóvenes o el uso de clones de probada productividad. Esto es más exigente en el caso de uvas destinadas a mosto, que además de los volúmenes de producción, deben garantizar alta concentración de azúcar.
Para el caso de las frutas Mendoza ha perdido gran cantidad de montes frutales que por mal manejo nunca alcanzaron la escala productiva suficiente, las plantas envejecieron y no fueron actualizadas. En todas las variedades vegetales se generan permanentes actualizaciones pero para poder estar a tono con las tendencias mundiales, hay que pagar los derechos de autor de la propiedad genética, algo que no suele ser muy practicado en el país. Esto imposibilita acceder a las actualizaciones, pero tampoco somos generadores de novedades ya que requiere una gran inversión en investigación y desarrollo.
A pesar de que tenemos condiciones agroecológicas aptas para producir frutas y verduras de calidad, administrando con eficiencia los sistemas de riego, estamos sometidos a riesgos climáticos severos, como heladas y granizo, que requieren inversiones para la defensa pasiva que tiene costos muy elevados. Para poder solventar estos gastos, sumados a los del agua, es necesario que los productos que se generen en esas explotaciones tengan las escalas productivas y características que les agreguen un costo diferencial valorado por los consumidores.
Para las tecnologías de gestión que deben incorporarse se podrían derivar líneas crediticias a efectos de avanzar en cultivos protegidos así como la estimulación para asumir prácticas orgánicas y biodinámicas. Muchas grandes empresas ya están incursionando en ellas, pero el problema es que los pequeños y medianos productores no pueden acceder a ellas ni al asesoramiento técnico necesario. Las políticas deben priorizar a estos sectores porque generan un traslado cultural a toda la comunidad. Mendoza debería abordar la producción orgánica y biodinámica como una estrategia competitiva diferencial.
La producción agrícola es fundamental. Argentina es una de las grandes reservas mundiales de tierras aptas para producción de alimentos y Mendoza tiene características especiales en sus oasis que deben ser preservadas y cuidadas. El sector agrícola no puede estar ausente de las obligaciones del cuidado del ambiente y debe ser cada día más productivo. Para ello, el uso de las tecnologías modernas es fundamental a fin de dar respuesta a los requerimientos del mercado. Es necesario también, un mayor proceso de integración de toda la cadena de valor para que el desarrollo llegue de forma armónica a todos sus integrantes.