El futuro de la industria vitivinícola

Así como hace un par de décadas nuestra vitivinicultura sobrevivió y progresó por saber abrirse a nuevos mercados, ahora deberá avanzar más.

El futuro de la industria vitivinícola
El futuro de la industria vitivinícola

Los datos proporcionados por el INV respecto a los despachos de vino al mercado interno julio pasado mostraron una caída del 7,5%, acumulando en los primeros siete meses del año una retracción del 4,6%. El año pasado el consumo per cápita había mostrado un preocupante dato de 20,3 litros anuales y el miedo es que este año el consumo interno perfore los 20 litros anuales por persona.

Queda claro, en principio, que el consumo viene experimentando cambios culturales muy importantes en los últimos 20 años. Estos cambios han tenido que ver con la adecuación de las familias a distintas crisis económicas, pero también a la influencia de grandes campañas publicitarias tanto de las cervezas como de las gaseosas que fueron delineando los hábitos de las actuales generaciones de consumidores.

La industria experimentó grandes cambios en los últimos 20 años. Se hicieron fuertes inversiones para mejorar tecnológicamente los viñedos y las bodegas, en la formación de los profesionales y hasta en las técnicas comerciales.  No obstante, el consumo siguió cayendo, quizás, porque se puso mucho acento en productos de alta calidad, a los que se los decoró con mucho boato incomprensible, a la par que se denostaba los vinos básicos, que son la base de la pirámide.

Mientras en nuestro país pasaban estas cosas, en el resto del mundo se fueron dando situaciones similares, aunque con características distintas. En el mundo desarrollado, las grandes consumidoras son mujeres, mientras en los nuevos mercados aún son los hombres los que mandan. Donde las mujeres mueven el mercado, los vinos blancos van a la cabeza.

En Argentina, en cambio, el consumo de vinos blancos disminuyó sensiblemente, y las mujeres, que cada día son un sector más importante en el consumo, se inclinan mayoritariamente por vinos de color.

El problema pasa por definir mercados. Una vitivinicultura solo para el mercado interno es inviable. Por esta razón, con producciones cada vez más menguadas, los riesgos de excesos de stock son permanentes ante la caída del consumo.

Uno de los errores que se cometió fue pensar que íbamos a producir todo como vinos de alta gama. En este segmente hemos crecido, pero ese segmento es muy pequeño y no representa más que el 1% del consumo mundial. Y es donde nuestra estructura productiva muestra defectos.

Se cometió el error de sacralizar variedades sin darse cuenta que ya se han desarrollado clones que permiten grandes volúmenes sin que se pierdan las características varietales. Otro tema importante es recuperar los cortes de variedades que permite armonizar sabores y gustos.

Con la nueva tecnología de elaboración y conservación es posible hacer muy buenos vinos a buen precio partiendo de variedades nobles que no siempre deben ir como varietales. Pero aquí entramos en otro problema y es que falta mucho para actualizar el viñedo nacional, al menos en las zonas de mayor producción.

Los principales actores de la industria se encuentran ante la necesidad de actualizar el Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI 2020) y será muy importante redefinir conceptualmente los cursos de acción y qué roles deberá jugar cada uno.

Los mercados mundiales y el mercado interno han cambiado, y esas modificaciones seguramente estarán plasmadas a la hora de definir las futuras acciones. Igualmente, los cambios operados en el clima, con zonas más cálidas y con menos agua disponible, obliga a repensar los conceptos productivos e, incluso, una revisión de las variedades que mejor adaptación puedan tener a la nueva realidad de nuestros ecosistemas productivos.

La vitivinicultura tiene trasfondos culturales y, en muchos casos, requiere virtudes artísticas. Pero sobre todo, debe ser una actividad rentable y es necesario pensarla con los niveles de flexibilidad que le permita adaptarse al proceso de cambios actuales, en los cuales su raíz cultural y virtudes artísticas pueden colaborar de gran manera.

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