Los niños señalaban con risitas a Margarita Chernomyrdina cuando era pequeña porque jugaba al fútbol con ellos, hasta que se convirtió en la primera chica que luchó con valentía por tratar de disputar la liga juvenil.
Ahora, los aficionados quedan embelesados con esta joven de 22 años, que lidera a la selección femenina rusa, que trata de ganar la aceptación y el respeto en la conservadora Rusia de Vladimir Putin.
"Creo que le di un cierto empujón al fútbol femenino", explica Chernomyrdina después de un entrenamiento con su club, el Chertanovo.
"Las niñas vieron que podían jugar al fútbol, que estaba permitido, que no estaba prohibido, y que sus padres no debían tener miedo", añade.
La volante, dotada de una gran técnica, una mirada firme y una dulce sonrisa, sabe que el Mundial masculino que acogerá su país del 14 de junio al 15 de julio podría suponer el espaldarazo definitivo para el fútbol femenino de este país.
"Por supuesto que la Copa del Mundo sólo puede ayudar" al crecimiento del fútbol femenino ruso.
Chernomyrdina ha pasado parte de su vida rompiendo los tabúes establecidos durante la época soviética y que se mantuvieron en la Rusia más moderna sobre el papel de la mujer en la sociedad.
El Partido Comunista no cumplió con su promesa de una sociedad igualitaria y prohibió el fútbol femenino hasta 1972 porque era un "deporte de hombres".
Y la breve apertura que supuso la perestroika, a finales de los años 1980, bajo el mandato de Mikhail Gorbachov, quedó rápidamente sepultada por la catastrófica situación económica.
La Rusia de Putin ha necesitado mucho tiempo para abrazar la liberación de la mujer, que en otras partes del mundo llegó hace muchas décadas.
Muchas jóvenes aspirantes a futbolista tienen que luchar aún contra los estereotipos culturales si se decantan por practicar este deporte.
Por esto mismo Olga Belousova, de 17 años, ríe tímidamente y gira la cabeza cuando se le pregunta por las reacciones de los otros cuando muestra su pasión por el fútbol.
"Algunos de mis amigos dicen que es completamente normal, aunque otros aseguran que no es femenino", dice la joven, que juega en la selección juvenil.
"Yo les digo que a mí me gusta, que no me preocupa lo que otros digan. Lo más importante es que me guste a mí".
Los historiadores del deporte han lanzado varias teorías sobre por qué la mujer rusa no ha tenido el mismo impacto en las canchas que las alemanas o las estadounidenses.
Una leyenda popular dice que mitos como Lev Yashin y Rinat Dasayev fueron asociados en el folclore popular como defensores de la superpotencia soviética. Esta confluencia de masculinidad y patriotismo convirtió al fútbol en un elemento de propaganda política, en el que la mujer quedó fuera.
"En algunos aspectos, creo que es más interesante que el fútbol masculino", asegura el exseleccionador femenino Sergei Lavrentyev, que ahora entrena al Chertanovo.
"Es más emocional. Las chicas llevan el corazón bajo sus camisetas. Son más duras", asegura.
La selección rusa está dando algunos pasos adelante. Ha jugado tres Eurocopas consecutivas y el año pasado ganó por primera vez a Italia.
Chernomyrdina espera vengarse del 6-0 encajado contra Inglaterra el año pasado en el partido clasificatorio para el Mundial de Francia-2019 cuando ambos equipos vuelvan a encontrarse en Rusia el próximo 8 de junio.
Sin embargo, la liga femenina rusa ha pasado de 15 equipos en 1992 a solo ocho en la actualidad. Y la media de asistencia apenas alcanza los 200 espectadores.
El propio Chertanovo juega regularmente en un estadio con capacidad para apenas un centenar de personas sentadas.
Lavrentyev considera que el mayor obstáculo para el crecimiento del fútbol femenino es la aprehensión de la sociedad a que unas chicas pateen una pelota, lo que provoca que haya pocos clubes donde entrenarse y formarse.
"Es por esto que el Mundial puede ayudar. Millones de personas lo van a ver y habrá una gran afluencia de niños a las escuelas de fútbol", predice el técnico "Ese será elverdadero legado de la Copa del Mundo".
Viktoria Dubova, otra joven internacional de 18 años, no está segura de lo que dice su entrenador. Harta de los abucheos y de las miradas reprobadoras, su gran objetivo es ser lo suficientemente buena para jugar en el extranjero.
"Allá no ven diferencias entre el fútbol masculino y femenino. Allá simplemente se juega" al fútbol".