Con negativos oxidados e imágenes digitales, Niles Atallah cuenta la aventura de un francés que en 1860 fue a Chile y se proclamó rey de la Patagonia en nombre del pueblo mapuche, una epopeya con eco en las actuales reivindicaciones indígenas.
¿Por qué Orélie Antoine de Tounens, un abogado de Dordogne empeñó su fortuna a fines del siglo XIX para partir a una región ignota del sur de Chile, en un viaje penoso, para convencer a los indígenas considerados más indómitos de América de que él podía liberarlos si lo proclamaban Rey de la Araucanía y la Patagonia?
Niles Atallah, un cineasta chileno-estadounidense, buscó la respuesta durante los siete años que le tomó producir “Rey”, una película de ficción que compite en el Festival Cinelatino de Toulouse, que se celebra en el suroeste de Francia, entre el 17 y el 26 de marzo.
“Es una película sobre un idealista francés que proponía una colonización no violenta en el momento de la Revolución Industrial y casi lo logró”, dijo su productora, Lucie Kalmar.
“'Rey', mezcla en la película imágenes de archivo, filmes oxidados, marionetas y soportes fílmicos en descomposición”, destacó el festival.
Niles, un hombre alto de figura espigada, vestido con una chaqueta negra hasta la rodilla, habla con un tono pausado. El mismo que tienen sus películas cocinadas a fuego lento.
“No propongo una versión coherente de personaje. No es un 'biopic' en ese sentido”, explicó Atallah, quien tiene como uno de sus referentes al chileno Alejandro Jodorowsky.
“Quería hacer una historia del revés de lo que es un 'biopic' pedagógico. Cuando uno sale del cine no sabe si sabe más o menos del personaje. Sigue el misterio”, contó el director.
Los organizadores de Cinelatino afirman que la película “intenta llevar al espectador lo más cerca posible del universo interior del atormentado Orélie Antoine de Tounens”.
“Alucinatoria y única, la forma de la película refleja la trayectoria de este aventurero que se proclamó rey de una república, creó una constitución, un himno y una bandera”, destacaron.
Atallah dice que su personaje, interpretado por Rodrigo Lisboa, “es un hombre con muchas caras. Con muchas motivaciones”. “Eso me intrigó”, señaló.
Un trono con un pretendiente
La película ganó el premio del jurado en el Festival de Róterdam y el de público en el FICUNAM de México.
Atallah estudió arte, su primer acercamiento a las películas comenzó a través de la fotografía. Esta pasión quedó patente en un momento de la entrevista, cuando le pidió al fotógrafo la cámara para admirar la carcasa y el lente.
La ficción intenta relatar la obsesión del viajero francés, que finalmente, fue deportado de Chile y acusado de traición y espionaje.
A la película no le faltó la espectacularidad de los paisajes del territorio de los mapuches (gente de la tierra en mapudungun), con una gigantesca explosión del volcán Calbuco que dejó al actor principal vagando entre las cenizas.
Tampoco le falta actualidad, por las reivindicaciones pendientes de los mapuches con el Estado chileno.
Durante la filmación Atallah también se reunió en el suroeste de Francia con el penúltimo de los pretendientes al trono que dejó Orélie Antoine, el príncipe Philippe, ya fallecido.
No hay evidencias del lado mapuche
Según los archivos, Orélie Antoine describió a los mapuches como “una especie de centauros”. En la película les dice “mis amados súbditos”. Pero para Atallah, en estas palabras subyace el colonialismo.
“He buscado generar cierta ambigüedad. Es medio nazi lo que piensa, de crear un imperio con súbditos y de establecer una monarquía constitucional que no tiene nada que ver con la forma de vida de los indígenas”, expuso el director.
Según Atallah, para adentrarse en el misterio también tuvo que sospechar de cada cosa que leía. “Siempre sospeché mucho de la veracidad de cada cosa y de cada hecho que se describe de él. Después de leer cada conclusión, por ejemplo del hecho de que él buscó hacer un reino porque los mapuches lo eligieron. No está la evidencia concreta del lado mapuche”, explicó.
Atallah plantea que Orélie Antoine vive en un cuento, “como el del Rey Arturo”. “Él no ve lo insultante que es decirle súbditos a una gente que no conoce. Pero tiene algo de inocente, de soñador”, contrastó.
Para Atallah lo más importante es destacar la subjetividad. “Es una creación de un personaje totalmente ficticio. Es un mago. Es un chamán. Es un pobre loco. Un aventurero. Es un colonialista. Es muchas cosas en la película. Quién era, eso no lo sé”, concluyó.