La iniciativa correspondió al Gobierno provincial y tuvo una rápida aprobación en la Legislatura. Se trata de un proyecto por el cual se modifica la ley 6832, que regula el Fondo de Integración y Desarrollo del Ajo (FIDA).
La norma le otorga el carácter de persona jurídica de derecho público no estatal y el objetivo principal es el de invertir en la investigación de temas estratégicos del sector primario y secundario, que devienen en mejoras de producción y empaque.
Se indica que con la nueva norma el organismo se tornará más eficiente, promoviendo la competitividad, la promoción del ajo y sus derivados, además de coordinar acciones y desarrollar estrategias de mediano y largo plazo para el crecimiento económico del sector.
Hay aspectos que se mueven en torno de la industria del ajo que los mendocinos muchas veces no valoramos en su real dimensión. En ese esquema cabría mencionar que hasta no hace muchos años Mendoza fue la primera productora mundial de ajos, siendo desplazada al segundo lugar cuando China decidió ingresar masivamente con sus productos en el mercado internacional.
De todos modos, el ajo mendocino cuenta con la ventaja de que tiene mejor calidad que el producido en China, lo que le otorga un valor agregado especial en los principales mercados y que constituyen el gran desafío para los productores mendocinos, en la necesidad de mantener y mejorar la calidad de los productos.
En ese sentido, vale señalar también que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que contará con un representante en la conducción del Fondo, desarrolla una tarea eficiente y permanente con esos objetivos.
También resulta valioso referirse a la participación del ajo en el ingreso de divisas a la Provincia por las exportaciones. Así entonces, debe señalarse que de los 1.300 millones de dólares que Mendoza exporta anualmente, los vinos embotellados ocupan el primer lugar, con U$S 628 millones; el jugo de uva, U$S 67,9 millones; los vinos a granel U$S 63,1 millones y en cuarto lugar se ubican los ajos, con U$S 59,1 millones, constituyendo el 4,5 por ciento del total.
De todos modos, cabría mencionar también que el producto tiene a Brasil como su mercado principal, que importa ajos mendocinos por 45,8 millones de dólares, siguiendo en esa tabla Estados Unidos, con U$S 3,9 millones; Francia, con U$S 2,5 millones y México, con U$S 2,4 millones.
Debe señalarse además que en los últimos dos años la superficie implantada con ajos en la provincia alcanzó 8.500 hectáreas y que también en ese período se mantuvieron las perspectivas en lo relacionado con el ajo colorado, el ajo morado y el ajo blanco.
Si bien es cierto que el movimiento en los mercados internacionales está centralizado en lo que ocurre con la cosecha de ajos en China, no es menos real que en nuestra provincia existe una tendencia a evitar que se produzca aquel denominado efecto serrucho, que determinaba que en los años de buen precio la gente se volcaba a plantar, lo que generaba que al año siguiente los precios cayeran, en un efecto que se mantenía a lo largo de los años.
Con los años transcurridos y la experiencia cosechada, podría asegurarse que la actividad ajera está adaptada a las circunstancias y a los mercados y que ha alcanzado la suficiente madurez como para establecer las pautas y criterios de competitividad en lo que a variedades se refiere, aunque también es dable señalar que el sector se enfrenta a los mismos problemas que otras actividades, como la vitivinícola, en lo relacionado con los costos, desde agroquímicos hasta el transporte.
De todos modos, no está mal que se permita un nuevo aporte con el funcionamiento del FIDA, esencialmente por la participación del INTA y del Ministerio de Economía, con la presidencia del consejo, por supuesto, en manos del sector privado.
