El informe del Fondo Monetario fue elaborado antes de la crisis del mercado de cambio, cuando la única sombra en el camino argentino era la sequía que afectaba a las cosechas.
Hoy ese tiempo parece lejano y sólo han pasado tres semanas. En aquellos no tan lejanos días días, el FMI estimaba que el PBI de Argentina crecería un 2%.
Aún así, sólo con la sequía como condicionante, el pronóstico implica un recorte de lo que el mismo Fondo creía en enero de este año, cuando la estimación llegaba al 2,5%.
La pregunta de hoy es cuánto se alterarán esas perspectivas del Fondo, cuando se considere la crisis cambiaria, si es que se consolida la devaluación de más de 10% que sufrió el peso sólo en mayo y cuánto pega esa depreciación en los índices inflacionarios.
El informe fue presentado ayer en Lima por el economista jefe del FMI para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner, pero realizado en abril pasado. Por eso es que no se ha evaluado el impacto de la “fiebre verde”.
En el capítulo dedicado a Argentina, el Fondo indica que “la economía continuó expandiéndose en el cuarto trimestre. La actividad económica seguía siendo pujante a comienzos de 2018, pero la grave sequía que azotó el país tendrá un impacto negativo en la producción agrícola y las exportaciones.
De ahí que el actual pronóstico de crecimiento del PBI real sea de 2% en 2018, es decir, inferior a lo pronosticado en la actualización del informe de enero.
Aún se prevé que el crecimiento repunte a 3,2% en 2019, ya que el efecto negativo de la sequía se revertirá, y se cuenta con que los mayores salarios reales y las pensiones sustentarán el consumo privado y que la inversión privada continuará repuntando gradualmente".
En el informe se analiza otro elemento que tiene otro peso con la crisis cambiaria, la inflación y la pelea legislativa por las tarifas: el rojo de las cuentas públicas: “Se espera que el déficit fiscal primario disminuya conforme a las metas fijadas por las autoridades federales, sobre todo como resultado de la anunciada reducción de subsidios y en consonancia con la nueva Ley de Responsabilidad Fiscal a nivel provincial. No obstante, el déficit fiscal global se reducirá a un ritmo más lento, debido al mayor gasto en intereses”.
El otro gran tema de la economía argentina es la inflación. La estimación del Fondo en este ítem es que "continúe descendiendo, pero a un ritmo más pausado que el fijado como meta por el Banco Central, no sólo por las nuevas alzas de las tarifas de los servicios públicos sino también por el repunte de las expectativas inflacionarias tras la elevación de las metas de inflación y la adopción de una política monetaria más laxa a finales de 2017 y comienzos de 2018".
Entonces viene la recomendación que seguramente se pondrá sobre la mesa de la negociación por la asistencia financiera: "Una continua reducción del déficit fiscal primario ayudaría a anclar las expectativas inflacionarias en el marco de tasas de interés más bajas, a reducir la vulnerabilidad relacionada con las fuertes necesidades brutas de financiamiento fiscal y a encauzar el coeficiente de deuda pública en una trayectoria más sostenible. Para lograr un crecimiento más vigoroso, sostenible e inclusivo, se precisará un mayor avance del programa de reformas estructurales para eliminar las distorsiones".