Por Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires
Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, los que encabezan en ese orden la pole position conseguida en las primarias del 9 de agosto, entran al último tramo de la acción proselitista con agotamiento personal y muchos problemas internos.
El candidato oficialista se ve precisado a hacer un equilibrio cada vez más inestable. Debe moverse entre el pensamiento más moderado que comparte con sus colaboradores ligados al peronismo tradicional, y la exigencia confrontativa que le plantea el kirchnerismo duro, personificado nada menos que en la presidenta Cristina Fernández.
Macri, a su vez, intenta armonizar posiciones con sus socios del radicalismo y la Coalición Cívica después de una serie de gruesos errores que lo hicieron tambalear y bajar en las encuestas. Massa había logrado un repunte pero se estancó y enfrentaría un serio inconveniente sobre el final: se quedó casi sin plata para los últimos y decisivos metros de campaña.
Las ubicaciones
En el comando macrista evalúan que en esas condiciones Massa no podrá descontar la ventaja que le lleva el candidato de Cambiemos y que por lo tanto el electorado se volcará hacia el voto útil, que traducen con una pregunta: ¿para qué votar al que está tercero y más lejos, si votando al segundo se consigue la doble vuelta?
El massismo responde que en un balotaje con ellos pierde Scioli, y con Macri no. Dicen que eso es lo que revelan casi todas las encuestas pero, al ser una hipótesis de segunda instancia, podría tornarse abstracta con los resultados del 25 de octubre. Además del voto útil que se disputan Macri y Massa, los especialistas no descartan una ola de arrastre los últimos días. En eso confía Cambiemos y a eso le teme el sciolismo.
También estos días resultó interesante observar lo que ocurre con la política detrás de las campañas. Mientras los candidatos sudan la gota gorda haciendo sonrisas de un lado para otro, sus operadores negocian a tiempo completo, y uno de los objetivos, entre otros, es resolver la próxima integración de la Corte Suprema de Justicia, cualquiera sea el ganador.
No son los candidatos los únicos interesados en las dos vacantes que tendrá el máximo tribunal. Fuentes del kirchnerismo aseguran que Cristina, antes de irse el 10 de diciembre, retirará del Senado el pliego de Roberto Carlés -que propuso para remplazar a Eugenio Zaffaroni-, y enviará el de otros dos candidatos de su elección. Por más que uno de esos dos candidatos sea consensuado con Scioli, la operación traería problemas al actual gobernador de Buenos Aires.
Para imponer a quien desee la Presidenta -se menciona a la actual Procuradora, Alejandra Gils Carbó-, debería negociar con otra fuerza para alcanzar los dos tercios de votos en el Senado. Es obvio que esa fuerza canjeará sus votos por el sillón restante en la Corte.
La cantidad
Fuentes confiables sostienen que si el acuerdo es con el Peronismo Federal de Adolfo Rodríguez Saá, éste propondrá a la senadora Liliana Negre de Alonso, ex Fiscal de Estado de San Luis. Si en cambio la Presidenta busca un arreglo con el radicalismo, el propuesto sería Ricardo Gil Lavedra.
"Por un lugar en la Corte los radicales negocian hasta con el demonio", se quejó una fuente cercana al peronismo que acompaña a Scioli, y advirtió que si Cristina hace eso, dejaría al candidato a presidente por el Frente para la Victoria sin la posibilidad de postular a su hombre, Ricardo Casal, actual ministro de Justicia bonaerense.
En los pasillos de la Corte se comenta que tanto Scioli, como Macri y Massa, han dicho al presidente Ricardo Lorenzetti, que ellos mantendrían la integración de cinco miembros. Sobre este punto, Scioli sin embargo escucha dos campanas: Casal es partidario de cinco integrantes, pero un grupo de asesores entre los que están Carlos Corach y Rodolfo Barra, que fueron figuras del menemismo, aconsejan a Scioli que la Corte debe acompañar en sus decisiones al Presidente y que para eso debe llevarla a nueve miembros, con jueces afines.
Los memoriosos se agarran la cabeza, pero no hay nada tan cercano al pensamiento del kirchnerismo.