Los tiempos se acortan, la luna de miel se termina, las cuentas se pagan, los bienes se dividen.
Mauricio Macri, primer presidente argentino que llegó a serlo transitando su tercer matrimonio, no escapa a las generales de la ley y está comprobando que su duda inicial (explicar la verdadera herencia del kirchnerismo o privilegiar la "buena onda" para evitar que el pesimismo ahonde las tendencias recesivas) era un falso dilema.
Su gestión desperdició dos meses suministrando datos y anécdotas sueltas sobre desquicio estatal, cuentas impagas, decenas (en verdad, centenares) de miles de ñoquis, privilegios descarados de una legión de funcionarios que, cual termitas, devoraban -en muchos casos, aún devoran- presupuesto, destrucción institucional y hasta física de reparticiones y agencias, robo de bienes, opacidad y mentira informativas y un largo etcétera.
Falta, en cambio, un balance, una explicación abarcativa del estado del Estado, las cuentas públicas y la situación macroeconómica para que la sociedad -al menos, la parte dispuesta a escuchar- entienda que las dificultades -inflación, aumento del desempleo, caída del salario real, servicios públicos deficientes, infraestructura colapsada- no son el maléfico diseño de diez semanas de gestión sino el legado de más de 12 años de menefreguismo.
El reciente desplazamiento de Graciela Bevacqua, la ahora ex "directora técnica" del Indec, por negarse, amparada en razones profesionales, a tener listo un nuevo índice de precios creíble para abril, muestra lo perverso de la herencia. Bevacqua fue la primera técnica desplazada cuando a principios de 2007 Néstor Kirchner avaló que Guillermo Moreno entrara cual pistolero a destruir la agencia estadística nacional e iniciar la era de la mentira estadística sistemática y serial.
Nueve años después, Bevacqua fue reincorporada para iniciar la reconstrucción del Indec, pero chocó con su jefe, el economista Jorge Todesca que, si bien aceptó de entrada que llevaría 8 meses reconstruir los índices, urgido por los tiempos políticos y la necesidad de tenerlos listos para las paritarias salariales, acortó luego el plazo a la mitad. Bevacqua es así una bombera caída combatiendo el incendio que provocó el anterior dueño de casa, que ahora señala al jefe de bomberos como culpable.
El discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, el próximo 1 de marzo, será la última oportunidad de Macri para intentar, de modo claro, preciso, comprensivo, sin abrumar con números, pero explicando los grandes conceptos, dar cuenta de la real situación y convocar a un esfuerzo con sentido. Es clave, para eso, que además de precisar la herencia señale un rumbo político -no una senda de globos amarillos- y afirme convincentemente que hay luz al final del túnel.
El principal esfuerzo inmediato del gobierno debe ser contener el avance de los precios, corrosivo de su capital político y de sus posibilidades de éxito. La tarea no es sólo de política económica sino de persuasión política y social. El BCRA ha reducido a casi la mitad la tasa de expansión monetaria. El stock de pagarés colocados a los bancos para absorber liquidez ya supera el stock de dinero circulante. Desprovista del combustible monetario, más tarde o más temprano, la inflación bajará. Pero cuanto más demore en hacerlo, más alto será, en términos de empleo y actividad, el precio de esa "victoria".
Algo más avanzada parece la "reinserción financiera", que no es otra cosa que superar definitivamente el default, llegando a algún acuerdo con "buitres" y "holdouts" (acreedores que no aceptaron los canjes de deuda de 2005 y 2010) para poder reabrir, a un costo tolerable, la ventana del crédito externo y aceitar con deuda la difícil transición.
El contexto internacional no ayuda. A la recesión y crisis política en Brasil y a la desaceleración de la economía china, que además sufre una fuerte fuga de capitales y acelera la devaluación de su moneda, el yuan, se agregó en las últimas semanas la resurgida inquietud por la salud del sistema bancario y la economía europea, mientras se fueron recortando los pronósticos de crecimiento del PBI de EEUU que sigue siendo, por lejos y a pesar del avance chino de los últimos 35 años, la principal fuente de demanda de la economía mundial.
El botón de muestra de la crisis en Europa es el Deutsche Bank, el banco más grande del Viejo Continente y uno de los mayores del mundo, que perdió en las primeras seis semanas del año el 40% de su capitalización bursátil y vale hoy una décima parte de lo que valía en 2007, poco antes de la gran crisis financiera. En 2015, el Deutsche perdió 6.700 millones de euros. Los especialistas proyectan que seguirá perdiendo dinero este año y está expuesta en derivados financieros de alto riesgo por cifras exorbitantes, que quintuplican el PBI europeo.
Nadie piensa que el Deutsche reedite un evento como la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers. Ese antecedente, que catalizó en setiembre de 2008 una profunda, aunque entonces breve, crisis global, espanta esa posibilidad. Ni el Gobierno alemán (el ministro de Finanzas teutón, Wolfgang Schäuble, fue explícito al respecto) ni la Unión Europea la permitirían.
Pero las repercusiones son muy grandes para ignorarlas. En España, el valor de los 7 bancos que cotizan en bolsa se desplomó en las primeras semanas del año. Esas casas registran aún más de 100.000 millones de euros en "activos" de dudoso valor. En Italia, su primer ministro, Matteo Renzi, que recientemente visitó a Macri, acordó con la Unión Europea un "rescate" de la banca italiana, cuyos activos dudosos equivalen al 18% del PBI italiano. En Francia, viendo el caso del Deutsche, el Societé Generale buscó curarse en salud asegurando que pagará sus bonos "contingentes", tras sufrir una fuerte caída en sus acciones. En Grecia, que hace años está en terapia intensiva, los cuatro bancos más grandes (Nacional de Grecia, Eurobank, Piraeus y Alpha) sufrieron caídas de dos dígitos y reavivaron el temor a otra megacrisis política y económica.
El desplome del precio del petróleo es un factor de dislocamiento de la economía mundial, complica muchísimo a Rusia y a las economías del Golfo y es el certificado de defunción para el chavismo en Venezuela.
Para la Argentina, que en los años K se volvió importadora de energía, el efecto es más dudoso. Debería atenuar el impacto de la caída de las materias primas en general, pues el crudo cayó mucho más que el precio de la soja, nuestro principal commodity de exportación. Sin embargo, el gobierno decidió mantener artificialmente alto el precio doméstico del petróleo y los combustibles, lo que hace aún más arduo el inevitable ajuste macroeconómico.
¿Qué hay detrás de tal decisión? Todo apunta a evitar conflictos (los gremios petroleros son ciertamente pesados) en Chubut y Neuquén y al toma y daca con gobernadores de la oposición que pueden aportar votos del Senado a partir de marzo, cuando se abra el juego político en el Congreso. Un acuerdo con el gobernador sanjuanino, Sergio Uñac, y presiones sectoriales, están a su vez detrás de la insólita decisión de eximir de retenciones a las exportaciones mineras, a un costo fiscal de más de 3.000 millones de pesos, justo cuando la sociedad soporta la inflación y se apresta a pagar mucho más cara la energía eléctrica.
El desafío económico de Macri es gigantesco y será insuperable si lo enfrenta con insensibilidad y torpeza política.