"Ningún problema existencial profundo puede solucionarse dentro del mismo estado de conciencia que lo generó. Hay que evolucionar hacia un estado superior de conciencia" A. Einstein
"Si no hay un cambio radical el futuro ya se conoce y se sabe cómo será, será igual que este presente. El futuro es lo que nos esta pasando ahora, en estos precisos momentos.
El presente no es solo el pasado también contiene el futuro.
El presente es el pasado repitiéndose asimismo constantemente y proyectándose sobre el futuro. Lo único que corta este proceso es el cambio." J. Krishnamurti
"La mente humana se respalda siempre en el pasado porque al presente no lo entiende, le cuesta comprenderlo, lo rechaza o lo evita y así poco le importa la calidad de esos antiguos esquemas mentales" C. Jung
"Es muy difícil que el chancho chifle" Sabiduría popular
La fantasía que se empieza a diseminar por nuestras mentes “argentinizadas”, es la de que ahora sí, con la pandemia entre nosotros, por fin los políticos, sindicalistas, empresarios jueces, etc. etc. van a entender que tienen que unirse y que primero está el país, la gente, la sociedad, el bien común...
En pocas palabras ¡la grieta tiene los días contados!
Esto ya pasó cuando Argentina ganó el mundial 78 y así fue común escuchar “ahora sí debemos mantenernos unidos”, pasó con la guerra de Malvinas...
Siempre aparece esta fantasía cultural buscando una causa para manifestarse.
Dentro de nuestras taras culturales ésta es una de las que más vigencia tiene, junto con la de que va a venir o vino (¡¿ Alberto Fernández?!) nuestro Padre Salvador o el Superman según el grado de religiosidad o de culturización televisiva tenga el sujeto que lo dice.
La realidad que está uniendo hoy a nuestros dirigentes es el espanto, porque su vida está en juego
Nuestra dirigencia ha sido y es inmune a las necesidades reales de la gente, del país, de la sociedad, en tanto ha vivido y vive enclaustrada en sus privilegios, prebendas e impunidad.
Pero, el problema es que esta vez el virus no pregunta qué rol se cumple en la sociedad, si es bueno o malo, si es de derecha o de izquierda, si es anti-imperialista o no, si es amigo o enemigo, familiar, puntero o sindicalista.
Así, el espanto las ha unido por un tiempo.
Un tiempo que dadas nuestra taras culturales va a ser muy breve por cierto.
Porque, este espanto, no va a poder evitar, a la larga o a la corta, el resurgimiento de sus esquemas mentales de enfrentamientos extremos, codicia, deseos desmedidos de poder, de notoriedad, de popularidad, etc., etc.
La mente, en sus estados superficiales, tiene el problema de que siempre se respalda y busca su seguridad en el pasado y sus hábitos mentales aprendidos y repetidos al infinito todos los días.
Poco le importa que sean problemáticos, enfermos, agresivos o nefastos.
Quien cree que esto se puede superar y así la famosa “grieta” se puede cerrar, adolece de un error de comprensión, es decir de entender con claridad la causa y el efecto.
La grieta no es el producto del espanto.
Que del espanto surja la unidad por encima de nuestra realidad cultural es casi imposible
Una dirigencia que en setenta años, ha destruido y empobrecido un territorio con grandes riquezas naturales, sin tener catástrofes ni guerras y ha imposibilitado el surgimiento de las capacidades y habilidades necesarias para generar abundancia para todos, es muy difícil o casi imposible que ahora y rápidamente haga lo contrario a su manera de ser.
Sumado a esa ineptitud supina para administrar tanta riqueza, está el hecho cultural de que no ha sido capaz de superar sus diferencias, sino que por el contrario las ha agudizado permanentemente incluso con violencia e innumerables silencios cómplices.
Ahora, a esta misma dirigencia, le toca administrar, conducir y superar en muy poco tiempo, porque en ello va la vida de miles de personas, una sociedad bajo una pandemia nunca vista ni imaginada, que supone tener todos los valores y conocimientos que esta dirigencia se ha negado en todos estos años!
Nuestra grieta a estas alturas son dos formas de vivir, no solo de pensar, que a su vez se solidifican en ideologías políticas más o menos coherentes.
Son dos sociedades que se han ido generando a lo largo de más de cien años, que hace poco tiempo, con la recuperación definitiva de la democracia, se han podido establecer de manera clara y contundente.
Dos sociedades que coexisten cada vez de manera más antagónica y enfrentadas porque va en ello su existencia futura.
Esta es la verdadera transición cultural profunda, por lo que es imposible que la pandemia las disuelva o las anule.
Son ya parte indisoluble de un país totalmente fracturado, en crisis estructural y en proceso de cambio profundo desde el 2001.
Tal vez la pandemia agudice aún más esta ruptura antes que atenuarla, porque es como la vida abriéndose paso frente al virus.
Una sociedad representa la vida y buscará abrirse paso hacia el futuro y la otra, que vive en el pasado tenderá a desparecer, pero esto es un proceso largo, sinuoso y de difícil predicción.
La mente humana tiene caminos insondables desconocidos para nosotros.
Es una fuente inagotable de creatividad, posibilidades y realizaciones.
Solo queda esperar y ver.