El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha descargado su ira contra el FBI tras conocer que la agencia llegó a investigarlo bajo la sospecha de que estaba cumpliendo las órdenes del Gobierno ruso cuando decidió despedir en mayo de 2017 al entonces director de la organización, James Comey, según han informado múltiples fuentes cercanas al proceso al New York Times.
Trump calificó a Comey como un "poli corrupto" y un "completo inmoral" al que "todo el mundo quería despedir", según escribió en su cuenta de Twitter. Asimismo, condenó la investigación "sin motivos ni pruebas" que realizó el FBI.
“He sido más duro con Rusia que con (los expresidentes) Obama, Bush o Clinton. Tal vez más duro que ningún otro presidente”, añadió Trump antes de puntualizar que “llevarse bien con Rusia es bueno, no es malo”. “Espero que algún día restauremos nuestras buenas relaciones con Rusia”, completó.
Aunque se desconocen más detalles de la investigación, que se ha incorporado a las pesquisas generales que desarrolla el investigador especial Robert Mueller sobre la posible conspiración entre la actual administración y el Gobierno ruso, se trata de la primera vez que se tiene constancia de que las agencias estadounidenses consideraron a Trump, ya presidente, como una amenaza para la seguridad nacional.
El ex abogado principal del FBI, James A. Baker, explicó al diario que el FBI comenzó la investigación tras concluir que el despido de Comey podría haberse tratado de un esfuerzo para obstaculizar la investigación de Mueller. "Y, más aún, para obstaculizar nuestra capacidad para comprender qué habían hecho los rusos, y ahí residía la amenaza a la seguridad nacional", puntualizó.
El abogado de Trump y ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, minimizó la importancia de la investigación. "Si no han conseguido nada en un año y medio significa que no hay nada", declaró al diario, aunque reconoció que desconocía los detalles de la misma.
Las fuentes del FBI han querido subrayar que esta investigación nunca tuvo naturaleza criminal, sino que fue desarrollada por su sección de contrainteligencia, con la diferencia de que estos casos no acaban en los tribunales sino en manos de agencias como la CIA, o como el investigador Mueller.