De los veinte pilotos en la parrilla de salida del primer Gran Premio de la temporada 2018 de Fórmula 1, el domingo en Melbourne (Australia), once proceden de las estructuras de detección y formación ligadas a las escuderías, que se confirman como una vía importante para llegar a la élite.
Red Bull, Renault, Ferrari, Mercedes y McLaren seleccionan a las grandes promesas del automovilismo y les apoyan en las categorías inferiores, cuando la mayor parte de los pilotos no tendría medios económicos para poder desarrollar su carrera.
"El automovilismo es muy caro y hace falta apoyo para superar esas etapas", confirma el británico-surcoreano Jack Aitken, de 22 años y miembro de la Renault Sport Academy.
Las escuderías les ofrecen también una preparación física y mental, también para hablar con los medios, tiempo de simulador e incluso la posibilidad de conducir un F1 con ellos o con equipos clientes.
"Eso ayuda mucho porque son cosas que uno no podría hacer solo", destaca el franco-argentino Sacha Fenestraz, de 18 años, también apoyado por Renault.
Los pilotos que llegan al final del proceso están en una posición inmejorable para encontrar su hueco en la Fórmula 1 en el constructor que ha acompañado toda su progresión.
"El interés es sobre todo deportivo: se trata de asegurar lo antes posible a los que se consideran que serán los grandes pilotos del mañana", explica Gwen Lagrue, responsable de la filial de talentos de Mercedes.
"Puede ser más interesante económicamente que fichar a grandes estrellas", admite Mia Sharizman, que dirige el programa júnior de Renault, destinado según dice "a mostrar el ADN de la marca, más allá del motor y del coche".
En el sector, Red Bull es considerado un modelo con su "Junior Team", lanzado en 2001 y dirigido por Helmut Marko, apodado por algunos "Dios" por su capacidad para hacer y deshacer una carrera. El último ejemplo es reciente: el despido del ruso Daniil Kvyat al final de la temporada de 2017.
El alemán Sebastian Vettel, cuatro veces campeón del mundo con Red Bull entre 2010 y 2013, y ahora en Ferrari, es el mejor ejemplo de éxito de los formadores de jóvenes talentos del equipo.
Los dos pilotos Red Bull para 2018, el australiano Daniel Ricciardo y el holandés Max Verstappen han salido también de ahí, igual que el español Carlos Sainz Jr (Renault, ex Toro Rosso) y el francés Pierre Gasly (Toro Rosso).
El otro piloto de Toro Rosso, escudería hermana de Red Bull, es el neozelandés Brendon Hartley y también pasó por el programa, antes de ser despedido de él a principios de la década. Se convirtió después en bicampeón mundial de resistencia con Porsche (2015 y 2017), por lo que fue llamado de nuevo al final del año pasado para reemplazar a Carlos Sainz Jr.
El belga Stoffel Vandoorne creció y mejoró de la mano de McLaren y el francés Esteban Ocon de la de Lotus y ahora de Mercedes.
El debutante monegasco Charles Leclerc (Sauber) es producto de la Ferrari Driver Academy, igual que el mexicano Sergio Pérez (Force India) y que el canadiense Lance Stroll (Williams).
Pero el caso de esos dos últimos pilotos es algo diferente: el primero es apoyado por el millonario Carlos Slim y el segundo por su riquísimo padre, que según la prensa británica posee una parte del capital de la escudería.
Entre los cuatro debutantes de 2018, al lado de Leclerc, Gasly y Hartley, únicamente el ruso Sergey Sirtokin (Williams) no procede de uno de esos programas de detección y formación.
Subir escalones hasta la F1 a través de una de estas redes no siempre es garantía de permanecer, como demuestra el caso del alemán Pascal Wehrlein, protegido de Mercedes antes que Ocon, pero que no consiguió encontrar un hueco en otra escudería de la competición tras su despido de Sauber al final del año pasado.
"Faltan dos escuderías para colocar a los jóvenes", lamenta Lagrue. Y el sueco Marcus Ericsson, piloto "de pago", ocupa uno de los asientos de Sauber.
En un 'paddock' bastante joven y en un momento en el que las carreras profesionales se van alargando, la amenaza viene por una posible saturación.
Después de los británicos George Russell (20 años) y Lando Norris (18 años), apoyados respectivamente por Mercedes y McLaren, la mayor parte de los formadores apuntan ahora a jóvenes pilotos de karting.