Abdel Fatah al Sisi, el general (hoy retirado) que hace casi un año se convirtió en el hombre fuerte de Egipto a través de un golpe de Estado, asumió ayer como presidente, luego de arrasar en las urnas con más del 96% de los votos en una elección que no atrajo grandes multitudes. Tras jurar como presidente ante el Tribunal Constitucional Supremo, Al Sisi prometió "abrir una etapa de construcción para que el país se levante interna y externamente", para recuperar "el papel de liderazgo regional e internacional, y para compensar lo que perdimos y corregir lo que erramos".
Desde el palacio presidencial de Itihadiya, el mandatario, que hace sólo unos meses cambió el uniforme militar por el traje y la corbata, dio un discurso a la nación, en el que aseguró que "llegó el tiempo de construir un futuro más estable" y explicó que éste debe establecerse sobre "los valores de justicia y paz". Desde el golpe de Estado que lideró Al Sisi en contra del presidente islamista Mohamed Mursi y que apoyaron multitudinarias manifestaciones callejeras en todo el país, el gobierno de facto ordenó la represión y la persecución judicial sistemática de todos aquellos que cuestionaran el nuevo poder.
Los más golpeados fueron los dirigentes, militantes y simpatizantes de la Hermandad Musulmana, la organización islamista conservadora que apoyó la creciente islamización del gobierno de Mursi, en contra de los deseos de gran parte de una sociedad que apoya el ideal de un Estado laico. Se estima que alrededor de mil islamistas murieron y aún más fueron detenidos y enfrentan duras condenas de prisión. En los últimos meses, cientos de personas vinculadas a la Hermandad fueron condenadas a muerte El ex jefe del ejército prestó juramento en una ceremonia sin líderes occidentales.
"Juro en nombre de Dios todopoderoso preservar el sistema republicano, proteger la ley y la constitución para velar por los intereses de la población, y preservar la independencia de la nación y su integridad territorial", recitó Al Sisi ante los jueces de la Corte Constitucional, en una ceremonia retransmitida por televisión. Tras jurar su cargo, el nuevo presidente de Egipto abandonó muy custodiado la corte, donde decenas de seguidores reunidos agitaban banderas en el exterior.
La jornada continuó con una recepción en el palacio presidencial con pocos dignatarios extranjeros y la presencia de varios representantes de las monarquías árabes del Golfo Pérsico, así como el rey de Jordania y tres presidentes africanos. Sisi ya ejercía "de facto" como jefe de estado, después de derrocar y detener el pasado 3 de julio a Mursi.