El caso de una mujer que vivió cautiva durante más de dos décadas en su propia casa ha conmocionado a los habitantes de Rosario. La víctima, cuya identidad no fue revelada, ingresó a la vivienda con 19 años y logró espera el mes pasado con 42.
Según informó Infobae, el 8 de mayo pasado luego de años de tortura la mujer consiguió escapar de su pareja y contar el infierno en el que había vivido la mitad de su existencia.
De acuerdo a su relato, los primeros dos años de convivencia con su pareja (que terminó siendo su captor) estuvo encadenada a una pata de la cama. El hombre no actuó solo, sino que tuvo la complicidad de sus padres que vivían en la planta superior de la propiedad.
Cuando él se iba a trabajar a su taller mecánico, que estaba ubicado en el mismo terreno, ella usaba un palo de escoba para golpear el techo y así se comunicaba con su suegra para que la acompañara al baño o la alimentara.
Pasados los primeros dos años, Oscar R. comenzó a dejar salir a la mujer a la calle, pero le cortó el pelo y le hacía usar su ropa para que no la reconocieran, también le cambió el nombre.
Este último dato lo contó ella a la Justicia y fue verificado por lo corroboraron los vecinos del barrio, que conocían a la mujer no por su nombre original sino por el que su secuestrador le había puesto.
Durante un tiempo la mujer se comunicaba con su madre y sus hermanas. Llamaban a la casa, él la dejaba atender pero le escribía lo que tenía que decir.
Su familia no sospechó nada porque sabían que el hombre era muy posesivo y terminaron por creer que ella no quería tener contacto con ellos, ya que al inicio de la relación se había apartado hasta de su hijo, que era producto de una relación anterior, por pedido del hombre.
Nunca salía de la casa sola, no tenía llaves ni documentos y, según los vecinos, era víctima de violencia situaciones violentas en la calle.
Con el tiempo, la mujer entendió que su mejor manera de sobrevivir era aceptar las "reglas" de su pareja. Pero el 8 de mayo pasado todo cambió.
Luego de una fuerte discusión por el extravió de una herramienta, Oscar R se descompuso y se encerró en el baño. En ese momento, la víctima se dio cuenta que el hombre se había olvidado de cerrar la puerta con llave.
Tomó el celular de su secuestrador, dinero y salió corriendo hacia donde estaba su familia. Un taxi que la dejó en una estación de servicio, donde le prestaron un teléfono.
Cuando su hermana la atendió pensó que era una mentira del hombre así que le cortó. Entonces se contactó con una tía lejana, que la recibió y avisó, ahora sí, a su familia.
Días después hizo la denuncia formal en el Centro Territorial de Denuncias, desde donde avisaron a la fiscal de Violencia de Género de Rosario, Luciana Vallarella. "Ahí tomamos contacto y coordinamos para entrevistarla", contó la fiscal.
Increíblemente, unos días después de la huida, Oscar R. fue a buscarla a la casa de sus padres, como si no hubiera ocurrido nad y se quedó en su casa hasta el día de su detención.