El estado de la Nación

El primer discurso del presidente Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa en el Congreso de la Nación, trató de mantener un equilibrio entre la herencia recibida y el país proyectado. Es que la sociedad argentina requiere conocer claramente el estad

El estado de la Nación

El Presidente de la Nación describió, en su discurso en el Congreso por la apertura de las sesiones ordinarias, un país con serias dificultades donde, en la sociedad, la pobreza y la inseguridad sobrepasan todo límite mientras que en el Estado la ineficiencia y la corrupción anidan casi como una constante.

Salvo una minoría profundamente comprometida con ese pasado cuestionado, la gran mayoría de los representantes del pueblo y de las provincias escucharon atentamente y con preocupación los malestares contra los cuales los argentinos deberemos combatir si queremos construir un país vivible para todos. Es que todos juntos tienen el deber, la obligación de dar el impulso inicial, sea cual fuere la actitud que tomaron en el pasado frente al gobierno anterior.

Sin embargo, más allá de todas las precisiones que brindó Mauricio Macri sobre el estado de la Nación, quizá lo más significativo estuvo contenido en una cifra que reproducimos según las declaraciones textuales del mandatario: “En los años que van de 2006 a 2015, los argentinos pagamos al Estado nacional casi 694 mil millones de dólares más en impuestos que en la década del ’90”.

Basta con analizar ese número para verificar que durante la década kirchnerista la Argentina tuvo un aporte extraordinario de riqueza, producto del colosal aumento internacional de los precios de las materias primas que gastamos absolutamente en las necesidades de coyuntura. Ese dinero, bien administrado, hubiera sido suficiente para asegurarnos un futuro mejor.

Por todo lo dicho era imprescindible que el ingeniero Mauricio Macri realizara un balance general de la herencia recibida, el cual se comprometió a profundizar con informes exhaustivos área por área.

Por el otro lado, en la segunda parte de su alocución, el Presidente explicó, en trazos gruesos y con algunas medidas concretas, el país que, junto con sus colaboradores, se propone construir de aquí en más. La austeridad económica debe conciliarse con la promoción social para evitar, en particular, que los sectores con menos recursos sean los principales aportantes de los esfuerzos que inevitablemente habrá que hacer para salir de la crisis.

Más allá de las lógicas diferencias entre oficialismo y oposición acerca de la valoración de las palabras del Presidente, las mismas parecen expresar -tanto en la opinión pública como en los representantes políticos de la sociedad- a una importante mayoría de la población y de los sectores dirigenciales. Vale decir, si se busca el consenso mediante acuerdos razonables que satisfagan a todos los sectores, es posible que la concordia recupere su condición de fundamento en la política que viene.

Sólo una minoría, en principio irreductible, que defiende acríticamente todo lo que hizo el gobierno anterior, parece ser la que se propone obstaculizar toda iniciativa de la nueva gestión. Pero el resto de los políticos en funciones, sean oficialistas u opositores, están intentando aportar apoyos parciales.

Apoyos que a la postre puedan producir un razonable ir y venir entre las diversas propuestas para que ellas, de a poco, puedan ir concretándose mediante el difícil pero democrático arte de la conciliación, la mediación, el acuerdo y la negociación que no parta del toma y daca sino de ideas y programas compartidos.

En fin, que con su discurso del 1 de marzo el presidente Macri parece haber fortalecido su crédito inicial que no deberá desaprovechar, sobre todo en esta situación en que la abundancia anterior ya no existe.

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