El Estado argentino, otra vez acusado por la causa AMIA

La ex esposa de Nisman llevará el hecho a la OEA. El antecedente es la demanda que hicieron familiares de las víctimas en 2005. Los ojos del globo mirarán cómo las instituciones argentinas enfrentan esta crisis.

El Estado argentino, otra vez acusado por la causa AMIA
El Estado argentino, otra vez acusado por la causa AMIA

Mario Fiore - Corresponsalía Buenos Aires

En esta suerte de batalla por el protagonismo político que ayer se dio entre el recinto de la Cámara de Senadores, donde el oficialismo le dio media sanción a una nueva ley de Inteligencia, y el Salón Azul, donde la oposición realizó una audiencia pública para exigir que la muerte del fiscal Alberto Nisman no quede impune, la presencia de la ex esposa del titular de la unidad AMIA, Sandra Arroyo Salgado, concitó toda la atención.

El oficialismo leyó en el pedido de no politización de la causa -que la mujer lanzó a toda la clase política y a todos los poderes del Estado- un guiño favorable a la Casa Rosada.

La oposición, en cambio, prefirió quedarse con lo último que anunció Arroyo Salgado: que pedirá a la defensora general de la Nación, Stella Maris Martínez (la otra cara de una moneda de la que forma también parte la procuradora Alejandra Gils Carbó), que patrocine a sus hijas para que la muerte del fiscal de la causa AMIA llegue a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Esto significa que tal como ocurrió con aquella demanda que realizaron los familiares de las víctimas del atentado terrorista de 1994 nucleados en Memoria Activa, el Estado argentino volverá a ser denunciado por violar derechos humanos en un hecho que se desprende de la causa AMIA. Nisman pasará a ser así el muerto número 86 de aquella bomba en la mutual judía, por lo menos ante los estrados internacionales.

En 2005, Memoria Activa consiguió un fallo favorable de la CIDH ya que la Comisión consideró responsable al Estado argentino de no haber prevenido, luego de la bomba en la Embajada de Israel de 1992, la voladura de la AMIA.

En un arreglo entre partes, el entonces presidente Néstor Kirchner se comprometió a una serie de medidas, entre ellas modificar la ley de Inteligencia para que los “servicios” no trabajen más por la impunidad del hecho. Tuvo que fallecer Nisman para que la Rosada apurara estos cambios en el Congreso.

Si el plan de Arroyo Salgado prospera y la OEA nombra un veedor en la causa para dar mayores garantías al proceso judicial, los ojos de todo el globo estarán depositados en la investigación que intenta discernir por qué murió el fiscal que acusó a Irán de la masacre de la AMIA y que cuatro días antes de aparecer sin vida había radicado una denuncia por encubrimiento contra la presidenta argentina.

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