El entrenador de la Selección Argentina, Jorge Sampaoli, paró ayer el equipo que según la percepción de los enviados al Rusia, será el que enfrente a Islandia el próximo sábado en el debut.
Y lo cierto es que se hace inevitable realizar un análisis comparativo de la formación que más satisfacciones le dio al técnico: Chile 2015 y las coincidencias afloran solas.
El técnico tiene en su librito la receta de presionar al equipo contrario en su propia mitad del campo de juego, la que ocupa el oponente nominal en base a un juego de alta energía, presión constante, recuperación y manejo inteligente del balón e intensidad para generar fútbol ofensivo.
Le resulta innegociable la idea de que la mejor manera de vencer al rival de turno es ser protagonista, atacar e imponer los términos propios durante el partido.
Suele jugar con tres centrales, dos carrileros de largo recorrido y un pivote defensivo que haga de ancla entre el centro del campo y la defensa. En cuanto a la ofensiva, Sampaoli apuesta por jugar con volantes y dos puntas, ambos con mucha movilidad.
En la fase defensiva, el “pressing” fue reemplazado por la retirada progresiva alternada con el reagrupamiento defensivo a partir del círculo central. El equipo dejó de presionar arriba y se congregaba más cerca de su arco para recuperar la pelota.
Y los nombres que ha parado el técnico llevan a que así sea el encuentro contra Islandia. No es casualidad que Salvio vaya a ocupar el lateral, haciendo la tarea de ser un jugador de ida y vuelta, lo que hacía Mauricio Isla en ese Chile y que Marcelo Bielsa (el maestro del ‘Pelado’) alguna vez se lo encargó a Ariel Ortega.
Tagliafico por el sector izquierdo demuestra que la idea es que se cierre permanentemente para poder armar una línea de tres centrales (junto a Nico Otamendi y Marcos Rojo) que le aporte solidez al fondo al que se agregaría, de ser necesario, Javier Mascherano (se dividirá la zona media con Biglia). El ‘Jefecito’ ya adelantó que se siente más cómodo en la zaga donde terminó jugando en Barcelona.
Así, el dibujo se convertiría en un 3-5-2.
Maximiliano Meza será el Beausejour de aquel momento que hacía un surco por la izquierda, aunque allí también estará Angel Di María, el que se cierra cuando Meza vaya hasta el fondo. Lo del Fideo era el mismo trabajo que hacía Vargas en ese Chile exitoso.
Así quedaría 4-4-2 con el lado izquierdo más ocupado que el derecho…
Lionel Messi, suelto por la derecha allá por donde más cómodo se siente, hará las veces de Arturo Vidal, obvio salvando las distancias. Mientras que el Kun Agüero hará la misma función que Alexis Sánchez, un nueve que no se siente cómodo jugando entre los centrales, como le pasa al ex Independiente, pero no a Gonzalo Higuaín.
Podría entonces llegar a verse como un 4-3-3 si Meza termina como extremo y Messi se tira a la derecha en algún momento.
El técnico siempre insiste con la sincronía. Que la pelota se mueva constantemente al espacio y se encuentra con un jugador en movimiento, mientras que cuando el rival tiene la pelota todos los canales posibles y líneas de pase estén congestionados.
Es la clásica situación en la que el esquema táctico tiene un efecto multiplicador en las habilidades de los jugadores.
El rival
Islandia tiene una duda, aunque importante, y que lo llevará a aguardar hasta último momento para saber si podrá o no jugar. Se trata nada menos que de su capitán, Aron Gunnarsson, pieza clave para el entrenador, Heimir Hállgrimsson, en la mitad de la cancha.
El barbudo que lleva la cinta no solo es el corazón de la mitad de la cancha en su seleccionado. Es quien hace el trabajo sucio y ayuda en la construcción del juego.
Como capitán es el primero que aparece en cada foto o video del thunderclap, el festejo de Islandia con los hinchas, con gritos vikingos y fuertes aplausos, que ya tiene su emoji en las redes sociales.
