El emperador de Japón Akihito expresó ayer su preocupación sobre su capacidad para continuar cumpliendo con sus obligaciones, sugiriendo que esperaba una reforma de las leyes que le obligan a ejercer hasta su muerte.
“Estoy preocupado por la dificultad para cumplir con mis obligaciones como símbolo del Estado”, declaró el monarca de 82 años, en un poco habitual discurso a la nación, y reconoció tener en ocasiones “algunas limitaciones”, como su condición física.
Akihito no pronunció la palabra “abdicación” en su discurso solemne, ya que la Constitución le obliga a ejercer hasta su muerte y usar este término estaría considerado como un acto político, algo que tiene prohibido.
“Legalmente, no puede pedir una revisión de la ley, pero su mensaje llama claramente a reflexionar concretamente sobre su futuro como emperador”, subraya Tomitaro Hashimoto, especialista del sistema imperial en la universidad de Reitaku.
Entre las posibles opciones, Akihito, un perfeccionista, criticó de forma velada el sistema de regencia, al considerar que el cargo de un emperador, cuyas tareas se “aligeran continuamente”, está vacío.
La llamada ley sobre la Casa Imperial indica que una regencia está prevista “si el emperador no alcanza la mayoría de edad” o puede ser decidida “cuando esté aquejado de una enfermedad grave, mental o físicamente, o exista un obstáculo serio que lo incapacite para ejercer”.
El gobierno japonés tomó nota y no tardó en responder a las palabras del emperador, que asumen “con seriedad”.
“Teniendo en cuenta las obligaciones del emperador, así como su edad y la carga (de su trabajo), tenemos que ver firmemente qué podemos hacer”, aseguró el primer ministro japonés Shinzo Abe.
Akihito confesó que “de cuando en cuando” se pregunta si sería posible evitar que Japón se enfrente a la muerte de su emperador en ejercicio, ya que el duelo y todos los actos funerarios son muy pesados para quienes se quedan.
El emperador, que reina desde hace 27 años en nombre del “cumplimiento de la paz” (era Heisei), sugiere así de manera velada su deseo de modificar el régimen imperial para permitirle transferir “en vida” sus funciones a su hijo, el príncipe heredero Naruhito.
“Esto provocará un gran cambio en el sistema actual”, tuiteó el exgobernador de Tokio, Naoki Inose, autor de varias obras sobre el emperador.
Los imperativos de calendario del emperador y del gobierno hacen que este discurso excepcional se produzca entre las conmemoraciones de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y el 71 aniversario del final de la guerra, el 15 de agosto de 1945, cuando el padre de Akihito, el emperador Hirohito (también llamado Showa), pronunciaba la capitulación incondicional de Japón.