Durante dos milenios los habitantes de China transmitían de generación en generación la leyenda del emperador Qin Shi Huang quien accedió al trono a los 13 años, pero su gran hazaña fue lograr la unión del extenso territorio y de las añejas dinastías feudales haciéndolo un gran imperio.
También desde pequeños, los habitantes oían que el hombre se fue a la muerte acompañado de millares de soldados de tierra cocida, pero esto era parte de un relato sin comprobar. Hasta que en 1974 una cuadrilla de obreros que excavaban para extender la red hídrica en las afueras de Xi'an encontró la magnífica tumba del emperador con su ejército.
Qin Shi Huang vivió entre los años 259 y 210 antes de nuestra era. Al tiempo que unió la extensión asiática unificó la moneda, la escritura y las unidades de longitud, capacidad y peso y fue de vital importancia para la construcción de la Gran Muralla, un efectivo método para sortear los ataques de los pueblos septentrionales.
Claro que el hombre no fue un santo; también pasó a la historia por su crueldad. Los bienes y la magnificencia que ostentaba también fueron materia de debates. Un claro ejemplo es el mausoleo que mandó a construir. Dicen que vivía rodeado de alquimistas y médicos, que el pánico a la muerte lo llevaron a realizar pruebas en pos de obtener la eternidad. Ya sabiéndose mortal, decidió irse al otro mundo con una última morada digna de su status.
La Montaña de Lishan, a unos 35 km de Xi´an, fue el sitio escogido. Allí más de 700.000 súbditos trabajaron durante 11 años para hacer esta increíble obra. Su recinto mide 56 kilómetros cuadrados.
Su planta es casi cuadrangular y su base tiene una longitud de 350 metros, 345 metros de ancho y una altura de 76 metros. Es un conjunto arquitectónico singular que semeja el plan urbano de la capital, Xianyang e incluye al Palacio Imperial rodeado por las murallas de la ciudad.
In situ, los arqueólogos también descubrieron el ejército de los guerreros de terracota, es decir de tierra cocida que habían permanecido 2.000 años ocultos. Son figuras de cerámica dispuestas en una formación completa de batalla, que incluían infantería parada, arqueros arrodillados y aurigas con caballos.
Las estatuas, que miden aproximadamente un metro ochenta, tienen caras y peinados distintos. Los oficiales se distinguen por sus uniformes. Sin dudas cada pieza fue especialmente creada y detallada dando cuenta del alto nivel alcanzado por la escultura en la época de la Dinastía Qin. Los investigadores afirman que cuando fueron enterradas lucían tonalidades que los milenios destiñeron. Además, presumen que las huestes de barro representan el número exacto de los guardias imperiales por los días de su primer emperador.
¿Qué ver?
El tour incluye un paseo muy completo por el predio mortuorio y explicaciones de la cultura china. Las piezas de terracota restauradas, se puede ver en el museo, situado a 1,5 km del mausoleo. Hay que tener en cuenta que el sitio es uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes del siglo XIX, en los que aún se trabaja para descifrar la mente del monarca.
Dividido en fosas, la primera es la más grande (más de 200 metros de ancho por 60 m de largo) y la más importante. En ella hay 6.000 guerreros con sus armas y caballos de tamaño natural. En tanto en la segunda se ven unos dos mil soldados, aunque la mayoría están todavía sin restaurar. Finalmente la tercera, es la más pequeña, con 69 figuras que recrean oficiales y generales y cuatro caballos preciosos.
Según el único cronista que tuvo Qin Shi Huang en la tumba habían tesoros que nunca fueron hallados. Estos textos también dicen que en el interior se reprodujeron ríos y el océano, pero en lugar de agua contenían mercurio. Perlas brillantes fueron utilizadas para semejar las estrellas en el techo y se crearon aves de oro y plata y árboles decorados con jade. Algo singular: armas que se disparaban automáticamente fueron instaladas para frustrar intentos de robo.
La cámara funeraria y la tumba que están en el palacio subterráneo, aún no se abrieron por considerar que no existe la tecnología necesaria de preservación.
En la primera fosa, hay 6.000 guerreros con sus armas y caballos de tamaño natural. En la segunda, unos 2.000, aunque la mayoría están todavía sin restaurar.
La tercera fosa es la más pequeña, la más delicada, con 69 figuras que recrean oficiales y generales y cuatro caballos preciosos. Una guardia de alto rango.
Tras permanecer 2.000 años ocultos, hoy muestran una formación completa de batalla, con infantería, arqueros y aurigas que trasladan en el tiempo.
Apuntes
Unesco. El complejo integra la lista de Patrimonio Mundial.
Arte. Las características técnicas y artísticas excepcionales de los soldados y los carros de bronce dan cuenta del buen nivel de artesanos que había en China en esa época.
Milicias. La organización militar china entre el 475 y el 221 antes de Cristo puede inferirse analizando la disposición y las estatuas. También conocer con exactitud el tipo de armas que usaban: lanzas, espadas, hachas, alabardas, arcos, flechas.
El tour. Saliendo desde Xi´an, la excursión dura unas 4 horas y tiene un costo de unos 100 euros.
El souvenir. Los turistas traen de recuerdo las réplicas de los guerreros de terracota.
Eterna Xi´an
La ciudad eterna, un libro de historia viviente, es cómo se presenta. También arguye haber sido la capital de 12 dinastías y el centro político durante los siglos de esplendor del imperio.
Un recorrido por la urbe regala hermosas postales cotidianas de una cultura tan lejana como atrapante. Entre los sitios a agendar se encuentra la Gran Pagoda de la Oca, ubicada en el interior del Monasterio de la Gracia, que conserva los 657 volúmenes de escrituras budistas que el monje Xuan Zhuang trajo tras su viaje a la India. También la Pequeña Pagoda de la Oca, construida en el año 709, dentro del Templo Jianfu.
La muralla de Xian, levantada entre los años 1374 y 1378, sobre la antigua Ciudad Prohibida de los Tang es otro de esos monumentos que dejan boquiabierto. Alcanza una longitud de 3,4 kilómetros de este a oeste y 2,6 de norte a sur. Tiene doce metros de altura y su ancho en la base varía entre los 15 y 18 metros, y en su cima entre los 12 y 14. La Torre de la Campana, de los tiempos de la dinastía Ming, es el símbolo de Xian.
Tiene 36 metros de altura y es el centro geográfico de la ciudad. Antiguamente se usaba para marcar las horas. Por la mañana el sonido de su campana señalaba el comienzo de las actividades cotidianas, y daba la orden de abrir las puertas de la ciudad.
Información
http://en1.xian-tourism.com/xiantraveldetail.asp?listID=355
http://whc.unesco.org/en/list/441