Asimismo, es un profesional de riesgo al trabajar constantemente en presencia de aerosoles, saliva y a una distancia de trabajo corta, a veces, a menos de 1 metro de la boca del paciente. Por su propia seguridad, y con el objeto de evitar infecciones cruzadas, debe adoptar todas las recomendaciones que periódicamente vayan emitiéndose.
En este sentido, se aconseja una evaluación previa del paciente mediante un sencillo cuestionario que le ayude a la toma de decisiones ulteriores y adoptar todas las medidas universales de protección de barrera, así como las relativas a limpieza, desinfección y esterilización, las cuales deben reforzarse, amén de la adopción de métodos específicos como la utilización del dique de goma y del colutorio, etc.
Comportamientos sociales
La alarma social desencadena y refleja la existencia de una división entre ciudadanos que consideran que existe un alarmismo excesivo y otros mucho más favorables al rigor de las medidas adoptadas en nombre de la seguridad colectiva.
Una parte, a pesar de considerar útiles las medidas, declara que están generando una ansiedad difusa y un impacto negativo sobre la economía, mientras que son menos quienes consideran que la alarma generalizada es más dañina que el riesgo real para la salud.
Existirían tres fases diferenciadas
1) Una en la cual aumentamos el miedo, teniendo menos casos, y el problema pareciera localizado en pocas zonas, con procedimientos adoptados aisladamente por las diferentes provincias.
2) En la cual el gobierno nacional aplicaría medidas más severas, aunque únicamente en determinadas zonas.
3) Finalmente, en la que se emprenden medidas muy severas y a nivel nacional.
Quienes tienen más de 60 años se muestran ampliamente más favorable a las medidas más restrictivas, en cambio los jóvenes no tanto. El aumento de la conciencia de la situación que atraviesa el país induciría a una parte de la ciudadanía a posponer algunas prestaciones médicas y odontológicas.
Por tanto, será normal asistir a una fuerte reducción de las prestaciones odontológicas y a una caída, también importante, del mercado. No obstante, quiero recordar que los servicios dentales no son "consumibles"; se trata de servicios que quedarán pospuestos algunos meses, pero que, antes o después, la población volverá a realizar.
Las clínicas dentales, los laboratorios y las empresas deben contar con una cierta solidez financiera que les permita "resistir", utilizando esta posible disminución en el volumen de trabajo para actualizarnos, estudiar y trazar nuevos planes de futuro. Y por qué no, también para cuidar de nosotros mismos y de nuestros seres queridos.
Pretendiendo lograr que, tras esta crisis, seremos mucho más fuertes.
El Gobierno no ha obligado a cerrar las clínicas y por tanto, como profesionales sanitarios que somos, debemos ser los primeros en adoptar las medidas preventivas necesarias para impedir que se produzcan más contagios. Se recomienda entonces tomar todas la medidas universales y específicas para colaborar en el control de la infección.
Entre ellas se destacan, por ejemplo, el lavado de manos, los métodos de protección de barrera como los guantes y las mascarillas, y la limpieza y desinfección de las superficies de trabajo en la clínica, entre otras.
Dado que, por el momento no se prevé un control de la pandemia a corto plazo y que el dentista es un profesional de riesgo al trabajar constantemente en presencia de aerosoles, saliva y a una distancia de trabajo corta, se sugiere como medidas para las clínicas dentales aplazar las citas para los tratamientos no urgentes, facilitar el teletrabajo y escalonar turnos. Estas sugerencias podrán ser modificadas según vaya evolucionando la situación sanitaria, siempre siguiendo las indicaciones que se vayan adoptando desde el Gobierno.