"El caro anhelo de autoridades y vecinos de la ciudad Capital de contar con un edificio municipal moderno, cómodo y acorde con las necesidades actuales se ha visto concretado", destacaba Los Andes en sus páginas del 19 de agosto de 1969. En esa fecha, 50 años atrás, se inauguraba el edificio donde aún funciona la municipalidad de Ciudad. Además de la estructura central de siete pisos con una terraza mirador, el inmueble contempló desde sus orígenes un subsuelo con microcine, un segundo subsuelo para depósito y el edificio contiguo para el Concejo Deliberante.
Hasta principios de aquel agosto la comuna funcionó en las calles Sarmiento y España, donde hoy se encuentra el Banco Hipotecario. Pero por las demandas de la época, el lugar había comenzado a quedar chico y se decidió la mudanza al predio donde había comenzado a configurarse el parque cívico. Eran épocas de gobierno de facto; al país lo presidía Juan Carlos Onganía, el gobernador de Mendoza era Rodolfo Cavagnaro y la intendencia de Capital estaba en manos del vicecomodoro Ricardo Milán.
La construcción demandó dos años y estuvo a cargo de los arquitectos mendocinos Gilberto Olguín, Raúl Maroi y Simón Lacerna, quienes ganaron el concurso del proyecto. Para la obra optaron por el estilo brutalista que enfatizaba y exponía el uso de los materiales al natural.
Tal vez por su corta edad y clara visión de futuro, los expertos diseñaron un edificio adaptable y funcional que tras cinco décadas sigue acorde a las exigentes funciones municipales. "Se pensó en un edificio de uso flexible, las plantas son libres y las divisiones interiores son con tabiques desmontables", relató el arquitecto Gilberto Olguín (81).
Esto es para Mario Isgró, Secretario de Planificación de la comuna lo admirable del edificio. "Satisface las necesidades administrativa de forma muy versátil porque permite rearmar las oficinas según se necesite", aseguró.
Otro aspecto fundamental, que aún hoy resalta, es que el edificio aprovecha muy bien la luz y el calor del sol . Con ese propósito se dejaron los baños y la estructura de escaleras en el medio y todo el perímetro con iluminación y ventilación natural. Además se le colocaron parasoles que en la fachada norte son horizontales y al este y al oeste se ubicaron verticalmente. "Es un edificio que requiere muy poca ayuda de energías, porque generalmente conserva buena temperatura y tiene muy buena iluminación natural", manifestó Isgró.
Necesidad de cambio
La ciudad en la que San Martín fue gobernador intendente a partir de 1814 tenía su centro neurálgico en la actual plaza Pedro del Castillo. Pero luego del terremoto de 1861 hubo un replanteamiento y pasó a estar centrada en la Plaza Independencia. A una cuadra de allí, en las calles Sarmiento y España, - antiguas Unión y Suipacha- funcionó el edificio municipal desde 1872 hasta su traslado en 1969. En aquel entonces estaba separado del Concejo Deliberante, en España y Gutiérrez. "Funcionaba en lo había sido el Círculo de Armas, justamente el lugar donde mataron a (Carlos Washington) Lencinas", recordó Ricardo Ponte, arquitecto, patrimonialista y doctor en Historia Latinoamericana. Para él, el traslado del antiguo edificio era necesario: "Tenía solamente una galería y un patio, era absolutamente disfuncional", observó.
El plan que no fue
Para Ponte la historia del edificio municipal que cumple 50 años, es muy anterior a 1967 cuando se empezó a construir y se remonta al plan regulador de Mendoza de 1941. "Es un plan trunco que tiene Mendoza, la primera y única vez que en la provincia se hizo un proyecto estratégico en este sentido", subrayó. Tal como detalló, una de las novedades del plan fue la propuesta de un centro cívico.
Pero luego de la llamada "Revolución del 43", originada en el golpe militar del 4 de junio de ese año, la iniciativa se vio frustrada. "Ese plan era de tipo socialista a la escandinava porque incluía cuestiones que tenían que ver con el derecho de propiedad y ese tipo de cosas, por lo que fue desestimado", rememoró el patrimonialista. Sin embargo en 1948, uno de los integrantes del equipo de aquel plan regulador, Alberto Belgrano Blanco, negoció por su cuenta con el gobernador de ese entonces, Faustino Picallo, para rehacer el proyecto de centro cívico. "Se corta solo y hace un proyecto muy diferente con un tinte más peronista, más fascista, si se quiere. Dentro de esa planificación del centro cívico estaba previsto que el palacio de justicia se abriera hacia la calle San Martín través de la calle Virgen del Carmen de Cuyo", precisó Ponte. A la vez que contó que arquitectos de la Facultad de Arquitectura estuvieron en contra y lo desnaturalizaron.
"Así, se construye el nuevo edificio de la municipalidad de Capital que va a desvirtuar absolutamente todo el proyecto paisajístico del centro cívico, incluyen una arquitectura que no se parece en nada a la prexistente y anula la posibilidad de que el Palacio de Justicia estuviera conectado con calle San Martín", explicó y subrayó que en este edificio subyace el espíritu de negar el proyecto del 48 de Picallo.
Otro aspecto que estaba planteado y que nunca se cumplió fue que en la actual playa de estacionamiento del edificio municipal estaba proyectado un centro cultural. "Hicieron un concurso e incluso lo ganó un grupo de arquitectos pero la municipalidad nunca lo construyó", se lamentó.
La polémica por los murales en balcones
La actual fachada del edificio de la municipalidad de Capital no luce como originalmente la plantearon los arquitectos Gilberto Olguín, Raúl Maroi y Simón Lacerna. En 2009 el entonces intendente Víctor Fayad, decidió añadirle a los 17 balcones frontales, murales en cerámica de los artistas mendocinos Sergio Roggerone, Alberto Thormann, Osvaldo Chiavazza, Rodrigo Scalzi, Florencia Aise y Martín Villalonga con los que se buscó homenajear a los trabajadores locales.
En ese momento tanto el Colegio de Arquitectos como el arquitecto de la obra Gilberto Olguín criticaron la medida por desvirtuar la obra arquitectónica. "No me parece que hayan puesto esos murales porque no estaban previstos en el edificio", comentó el profesional y aclaró que no juzga la obra pictórica, pero remarcó que están a una altura en la que no se pueden apreciar. "Si el objetivo era que la gente los viera los podrían haber puesto en los patios", aseguró. De todas formas, lejos de seguir molesto reconoció que la obras tienen que sobrellevar esos avatares que las modifican en el tiempo. "Uno ve con cierta satisfacción que dejó algo suyo y que a pesar de todas esas pequeñas agresiones se sigue manteniendo tal como es en esencia".
Pero la queja de los profesionales de la arquitectura no fue el único comentario que se le hizo a la decisión de Fayad; lo que molestó a muchos fue que en uno de los murales se colocaron una combinación de palabras (Vino, Tierra, Fruto, Amor y Alegría Danzante), en cuyas primeras letras pueden leerse el apodo y el apellido del ex intendente.