Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
La moneda norteamericana ha vuelto a retomar vuelo luego de que la Reserva Federal confirmara sus planes de comenzar a subir las tasas en el segundo semestre, y esto está generando nuevamente dudas en todos los mercados, lo que ya se nota en el caso de las materias primas.
Hacia fines del año pasado algunas noticias que daban cuenta de la intención de la autoridad monetaria de EEUU de finalizar los planes de expansión monetaria ya habían generado un cambio de tendencias. Esto explicó, en parte, la caída del precio de las materias primas, destacándose el caso del petróleo, el cobre y la soja.
Esta situación impactó en todas las economías emergentes cuya subsistencia depende del valor de las materias primas. Tal como lo vivimos en Argentina con los precios de los granos se ha vivido en otros países de América Latina, en los cuales, además, sus monedas nacionales se vieron fuertemente devaluadas ante el dólar en un corto lapso.
En el último mes parecía que el fantasma del crecimiento del dólar había desaparecido, pero declaraciones de altos funcionarios de la Reserva Federal (FED) del último viernes no solo renovaron los temores sino que, ahora, dejaron la certeza de que esta vez el proceso es inevitable y habrá que prepararse para una tormenta financiera.
Y el problema es saber si los sectores dirigentes son conscientes de lo que se avecina, ya que se deben tomar medidas preventivas y decisiones que impacten sobre lo estructural.
Lo que se puede esperar
Con los últimos movimientos, el dólar volvió a revaluarse ante el euro, en una posición de 1,08. Esta revaluación volvió a impactar en los precios de la soja, que volvió a bajar a 320 dólares la tonelada, mientras que el petróleo, que había superado los 60 dólares pese al exceso de oferta, volvió a retroceder al nivel de 55 y nadie quiere reconocer que los especuladores arbitran los precios en función del valor de la moneda de EEUU.
Por ahora, los movimientos especulativos solo apuntan a tomar posiciones para cuando comience el proceso de suba de tasas, pero todo dependerá de las dimensiones del proceso y al ritmo que lo haga la FED.
Los especialistas coinciden que la decisión está tomada pero no podría hacerse muy rápido porque la economía estadounidense todavía no muestra signos muy fuertes de recuperación. De hecho, los datos de empleo conocidos el jueves último no fueron buenos y eso impactó en los valores de las acciones en Wall Street.
Pero el problema será para los países emergentes, que ya no sabemos si seguirán emergiendo, porque pareciera que no se supieron capitalizar las bondades de la década pasada y es probable que, en muchos casos, se vuelva a las penurias de la década de los ‘80.
La tendencia será que bajen los precios de las materias primas salvo problemas climáticos, en los casos de los alimentos, o estratégicos, en el caso de metales o petróleo. También hay que esperar una devaluación, al menos en el corto plazo, de los signos monetarios que, además, los gobiernos facilitarán para no perder competitividad, aunque tengan subas de costos internos en muchos casos.
En el caso de Argentina preocupa la persistente inflación, pero sobre todo la convicción de la clase política de que la misma no tiene nada que ver con la emisión monetaria, el gasto público y el déficit fiscal, que ahuyentan la inversión y frenan el crecimiento.