Todavía se cree que debemos tener un tipo de cambio fijo, cuando eso quedó descartado en octubre pasado con el lanzamiento de la zona de no intervención del Banco Central, en el marco del nuevo acuerdo con el FMI.
Actualmente el esquema establece que la intervención activa comenzará recién cuando el dólar supere los $51 en el mayorista. Pero ese sistema todavía no lo terminó de asimilar la población, en general, y los economistas, en particular. El dólar se está moviendo dentro de lo que se previó que se podía mover.
En tanto, la suba del Riesgo País plantea que tanto internamente como en el exterior no hay confianza sobre el futuro de las finanzas públicas. Nadie quiere comprar títulos sobre una falsa certeza para cobrar. Nunca hubo demasiada confianza en ese tema, el Riesgo País se movió en los mejores momento entre los 400 ó 500 puntos. La única forma de bajar ese indicador no es tanto con anuncios, sino mostrando signos concretos de que se está avanzando al equilibrio fiscal porque gobernabilidad creo que hay.
Obviamente que la suba del dólar no ayuda a reducir las expectativas inflacionarias. Por eso muchos dicen que hay que clavar el tipo de cambio, pero el problema es que no tenemos dólares. Computamos que tenemos un montón de reservas en el Banco Central, pero son del FMI y el FMI nos dijo que tipo de cambio fijo nosotros no podemos tener, con lo cual tenemos que vivir con un dólar muy variable y expectativas inflacionarias que serán difícil de aplacar.
La gran esperanza está en el campo. Hasta agosto se extiende el período de liquidación de exportaciones y esos son los dólares que pueden entrar para dar oxígeno. Y creo que van a llegar. Pero nuevamente, los argentinos no dependemos de nuestra inteligencia sino de un factor externo, de los dólares que pueda aportar un sector en particular.