Desde hace más de dos semanas el dólar se mueve cerca de los $ 60, un nivel que no sólo le parece razonable al candidato que es favorito para ganar las elecciones de octubre sino que -al día de hoy- tiene la capacidad de facilitar la estabilidad cambiaria, ya que sobra para mejorar las cuentas externas de la Argentina.
Claro que, según analistas, con la inflación corriendo a achicar esa apreciación de la divisa, sin acceso a financiamiento y con la incertidumbre política al rojo vivo, que la estabilidad se haga más fácil no quiere decir que se garantice.
"Tras el nuevo derrumbe del peso, el actual nivel del Tipo de Cambio Real más que duplica al fines de 2015 y está 14% por encima del promedio de julio. Este tipo de cambio seguramente tenderá a aumentar aun más el superávit de cuenta corriente", escribió Federico Muñoz en su informe semanal.
Los economistas suelen referirse al precio del dólar como el valor nominal de la divisa, valor que ayer cerró a $ 57,20 (ver aparte). Pero a la hora de medir qué tan barato o caro está el billete, prefieren mirar al Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) elaborado por el Banco Central.
Al comparar al precio nominal del dólar con la marcha de la inflación, al tiempo que agregan las mismas dos variables para las monedas de los principales socios comerciales de la Argentina (Brasil, China, EE.UU., etc.) permite saber mejor dónde está parado el peso argentino a nivel global. Gracias a eso, por ejemplo, pueden afirmar que un dólar de $ 57 de hoy es más barato que el dólar a $ 3 de agosto de 2003.
El último dato de ITCRM, tras la disparada del dólar del 12 de agosto pasado y el leve retroceso posterior, marca un nivel de 124 puntos. La escala, que tiene base 100 el 17 de diciembre de 2015 (día de la salida del cepo cambiario) muestra un dólar más caro -o un peso más barato, es lo mismo- cuanto más alta es la medida. De la misma forma, una baja en el ITCRM implica una apreciación cambiaria.
Los 124 puntos actuales comparan, entonces, con 100 del día de la salida del cepo, 75 de noviembre de 2015 y 135 puntos de septiembre del año pasado, tras al último tramo de la devaluación del peso de 2018. Un dólar tan competitivo, sumado a la recesión que plancha las importaciones, ayuda a cerrar las cuentas externas.
Así, en julio el superávit comercial llegó a u$s 951 millones y la cuenta corriente (balance comercial más balance de servicios, esto último casi todo turismo) arrojó un superávit de u$s 1270 millones. Y eso fue con un ITCRM de 108 puntos en el mes en cuestión.
Desde el punto de vista de los fundamentos, entonces, nadie logra hablar de un dólar de equilibrio pero si de uno sustentable. Si se dan ciertas condiciones.
"Es más fácil defender un tipo de cambio en estos niveles que antes de las PASO", dijo Martín Vauthier de EcoGo. "O sea, la foto es sostenible pero depende de la disponibilidad de financiamiento -eso te lo mide el riesgo país- y esa disponibilidad de las señales que da la política; con la inflación comiéndose la mejora en el tipo de cambio y sin financiamiento lo que se puede dar es que vayamos a una carrera entre dólar y precios", agregó.
"La demanda de pesos en la actualidad ha caído a niveles bajísimos; o, lo que es lo mismo, la demanda latente de dólares sigue siendo enorme. Por ende, pese a su valor bajo para los parámetros históricos, no podemos descartar que en un escenario de agudización de la incertidumbre, default y/o crisis abierta el peso eso busque nuevos pisos y se siga depreciando en términos reales", coincidió Muñoz