Cada 7 de marzo, desde hace 21 años, a los hinchas de Racing los acomete el recuerdo de aquella angustia que les revolvía el estómago y de una resistencia memorable. Una demostración de amor por un club nunca antes vista, acaso, en el mundo entero. Un día como hoy, pero con el almanaque de 1999, la gente de la Academia copó el Cilindro a pesar de que el equipo no podía jugar. Y no sólo eso: lograron una mayor convocatoria que los estadios donde sí hubo fútbol.
Racing no jugó en aquella tarde por una orden judicial . En realidad, no pudo hacerlo contra Talleres, en la primera fecha del torneo. Se desangraba. Agonizaba. Los fanas debían actuar. Justo ellos, los reyes del aliento, no se iban a quedar de brazos cruzados. Tenían algo que decir, algo que transmitir desde las tribunas. Muchos, también, desde el césped.
Acostumbrados al sufrimiento de épocas de nefastas administraciones dirigenciales, nunca habían bajado a semejante profundidad de padecimientos. Ellos fueron al Presidente Perón con el corazón en una mano y el alma en la otra. Apretados por el dolor y, al mismo tiempo, con esas fuerzas que surgen en situaciones límites. Lo suficiente como para que pudieran elevar su voz en el tono más alto y conmovedor que jamás se les haya escuchado.
Gritaban bien fuerte. Desesperados. Con rostros desencajados. Y ese pedido se hizo súplica. Historia pura, hoy. Días después de que la síndico Liliana Ripoll (luego apodada por la gente como Vieja Chiflada) anunciara que "Racing ha dejado de existir), los hinchas dejaron las cuerdas vocales y el llanto desparramados por todos los rincones de la cancha en el ruego de que el club no cerrara sus puertas. Era una cuestión de vida o muerte del club. Sí, sin exageraciones esa vez.
Gustavo Costas, quien en ese entonces hacía dupla técnica con Humberto Maschio, salía a la cancha junto a jugadores como Teté Quiroz, Sergio Zanetti y el Coco Reinoso (entre otros) se derretían por dentro al ver esa multitud cantando por Racing. Gracias a los hinchas, a esa jornada de altísimo impacto emocional, el club no cerró sus puertas. Y nació el Día del Hincha de Racing. Algunos prefieren no celebrarlo porque no quieren evocar tanta angustia. Otros, la mayoría, sí lo hacen.