El Día Nacional de los Valores Villeros

A través de un proyecto de ley presentado en el Congreso Nacional se intenta fijar el día 7 de octubre como el Día de los Valores Villeros. Intenta reconocer que quienes viven en las villas son en su inmensa mayoría buenas personas, algo obvio, pero no d

El Día Nacional de los Valores Villeros

Un proyecto de ley, en tratamiento en la Cámara de Diputados de la Nación, que intenta establecer que el día 7 de octubre sea instituido como el Día Nacional de los Valores Villeros pareciera contener una connotación más política que social, en razón de que si bien se intenta “destacar” que la mayor parte de quienes residen en una villa son buenas personas, no arrima ningún tipo de solución para que puedan “salir” de la difícil situación por la que atraviesan.

Tanto en Buenos Aires como en Mendoza, las villas inestables comenzaron a aparecer hace varias décadas, respondiendo en todos los casos a una situación similar: en nuestra provincia, la emigración de gente del campo hacia las ciudades, como consecuencia de la falta de expectativas laborales y sociales en sus lugares de residencia. En Buenos Aires, la llegada masiva de gente del Interior que también buscaba mejorar su situación social.

Si bien es cierto que hubo planes de vivienda que intentaron morigerar el fenómeno, como el de erradicación de villas inestables o los barrios por ayuda mutua (en los que el Estado entregaba el terreno y los materiales y los futuros adjudicatarios el trabajo), no es menos real que el crecimiento de las “villas” fue superior a las respuestas surgidas desde el Gobierno en lo que a viviendas se refiere.

En la Capital Federal el problema se agudizó durante la década del ’90, a raíz del cierre de fábricas, que tuvo como resultados la marginalidad y la exclusión, según se indica entre los impulsores del proyecto. Pero lo grave del caso es que esas villas no sólo se han mantenido sino que se han multiplicado durante la “década ganada”. Los mendocinos que concurren a la Capital Federal podrán observar que los espacios en las villas se siguen ganando y que las autopistas pasan ahora a escasos metros de donde se encuentran las precarias construcciones, con el peligro que ello significa.

Ello sucede porque la emigración desde el interior del país continúa, como consecuencia de políticas que castigan a las economías regionales y que favorecen abiertamente a las grandes concentraciones urbanas, como sucede con el ferrocarril, por señalar uno solo de los ejemplos, que son de última generación en la Capital Federal y Gran Buenos Aires y que no existen -ni tampoco hay visos de su existencia futura- en el Interior, a pesar de que el transporte es uno de los factores que encarece los costos de los productos.

También preocupa que, por las declaraciones formuladas por sus integrantes, el kirchnerismo no parece dispuesto a llevar la verdadera solución que esa gente necesita, como es una vivienda digna, iguales posibilidades en educación y salud y esencialmente salidas laborales para permitir fortalecer la cultura del trabajo. Trabajar para “urbanizar” las villas, es como dar una mano de pintura que esconda las condiciones casi inhumanas en las que viven los villeros en el interior de sus hogares.

El proyecto, de autoría del líder de La Cámpora, Andrés Larroque, tiene mucho más contenido demagógico que dé respuesta a las reales necesidades de la gente de las villas. Para demostrar que los villeros son en su mayoría buenas personas no hace falta declarar un día en el año sino modificar las políticas y permitir que sus integrantes, con trabajo y con viviendas dignas, puedan dejar de lado la calificación de “excluidos” o cuando mucho “contenidos”, para sumarse al grupo de “promovidos” por el Gobierno y por la sociedad.

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