Muchas veces resulta difícil encontrar algún adjetivo para calificar situaciones incomprensibles pero el proyecto de ley, intentando instaurar el 15 de noviembre como el Día Nacional de la Mentira, para recordar la fecha del debate entre Mauricio Macri y Daniel Scioli, en el que el actual presidente “no dijo” lo que iba a hacer, supera cualquier límite de calificación. Los legisladores nacionales, los que nosotros elegimos a través del voto, deberían dedicar su “valioso” tiempo (al menos por lo que cobran sí es valioso) a otro tipo de proyectos, a trabajar “por la Patria” como afirman en su juramento y no volcarse a discutir estúpidas iniciativas que sólo apuntan a una chicana política. Cabría aclarar que el término “estúpidas” no es casual, ya que el propio diccionario de la Real Academia Española indica que “estúpido” se refiere alguien necio, torpe y falto de inteligencia.
Nuestros legisladores nacionales nos tienen acostumbrados a presentar iniciativas curiosas como la declaración del Día Nacional del Mate, el Día del Mediador Chaqueño, declarar a la ciudad de Campana como la Capital Nacional del Asado de Tira o a Ushuaia, como la Capital Nacional de la Noche más Larga.
Cualquiera de los proyectos señalados podría ser fruto de discusión, pero lo que resulta sorprendente es la iniciativa presentada por un grupo de legisladores del Frente para la Victoria que pretende instaurar el 15 de noviembre como el Día Nacional de la Mentira, para recordar las promesas que hizo Mauricio Macri durante el debate presidencial con Daniel Scioli. Lo que comenzó como una campaña del kirchnerismo en las redes sociales para reflejar las “contradicciones” del actual presidente, fue plasmado luego en una insólita iniciativa legislativa. Antes de presentar un proyecto que no le hace nada bien al país y que sólo genera profundizar aún más la grieta entre los argentinos, esos legisladores autores del proyecto deberían hacer una autocrítica y preguntarse si realmente están cumpliendo con la responsabilidad que el pueblo les ha delegado. Porque de acuerdo con lo señalado por Congresoscopio, Héctor Recalde ha estado ausente en 20% de las sesiones; Andrés Larroque, 46%; Eduardo De Pedro, 25%; Carlos Kunkel 37% y Juliana Di Tulio, la más filosa defensora del kirchnerismo y presidenta del bloque, 12,5%, aunque con un aspecto no menos llamativo: Di Tulio no ha presentado proyectos de ley en lo que va del año. Siempre dentro del plano del ausentismo, también cabe señalar que se trata de legisladores residentes en la Capital Federal o el Gran Buenos Aires, muy cercanos al Congreso.
Otro aspecto a considerar es el de los fundamentos del proyecto. Los legisladores enumeran las promesas de Macri durante el debate y las contrastan con una serie de medidas del Gobierno, como la detención de Milagro Sala; el 32,2% de pobreza; la devaluación y el aumento tarifario. Tienen razón en lo que señalan, pero resultaría más oportuno que miraran la viga en el ojo propio: el kirchnerismo mantuvo la mentira durante más de una década y en temas sensibles como la “sensación” de inseguridad; el afirmar que sólo somos un país de tránsito en la droga; que tenemos menos pobres que Alemania; que no había inflación y que se construían cientos de miles de kilómetros de caminos. Es más, los propios legisladores que firman el proyecto mintieron a la población al “aceptar” en silencio un abultado incremento en las dietas que perciben.
En 1939, el filósofo español José Ortega y Gasset decía “Argentinos, a las cosas”. A más de 50 años de aquellas palabras no han hecho mella. Los legisladores tienen que comenzar a trabajar en serio pensando en el país y la ciudadanía debe exigirlo recordando que tiene el poder del voto para castigar y, para hacerlo, falta menos de un año.