El día después de mañana - Por Roberto B. Mena

El día después de mañana - Por Roberto B. Mena
El día después de mañana - Por Roberto B. Mena

¿Lo ven? ¿Los oyen? El cantar de los pájaros, las plantas mutando al otoño, las hormigas preparándose para el invierno. Las otras vidas continúan. Nosotros, el “homo sapiens”, encerrados, aterrados y desesperados frente a lo desconocido que puede dejarnos fuera de esta vida, con una naturaleza indiferente. Cuando este “bicho chino” sea dominado (lo será, muy pronto), nuestro país, acompañando al mundo, cambiará rotundamente. Lo que no sabemos es cuánto y en qué tiempo, pero será rápido. En lo inmediato, el impacto económico será devastador. La pobreza extrema se incrementará significativamente y los movimientos sociales romperán barreras impulsados por la necesidad. Se incorporarán nuevos pobres por los días perdidos, la precarización y los expulsados del trabajo en un momento brutal. El ahogo económico, con más profundidad, perdurará en un mundo inestable y agresivo donde los ricos y poderosos tienen las de ganar si no hay cooperación y solidaridad entre países. Nuestra vida se impregnará de nuevos hábitos, conductas y deseos, desde lavarnos las manos más seguido hasta alejar el contacto con el otro. Aflorarán emociones y sentimientos que realzarán el individualismo y la soledad, aunque por cohesión cooperemos entre nosotros. Rediseñada por la meditación y la reflexión del encierro y el distanciamiento, las relaciones humanas saldrán fortificadas. Nuevas maneras de vivir, crear, rezar, comprar, transportarnos, ir de vacaciones y trabajar, se impondrán. Muchas veces, imperceptiblemente, como la evolución natural del cambio perenne. Habrá que adaptarse a esta nueva realidad con mutaciones rápidas de paradigmas, a veces crueles. No será el más fuerte el que sobreviva, sino el más apto. Transitaremos con la sombra del miedo y la desconfianza, escondidos detrás de una máscara. Nuestro sistema inmunológico, en solitario, lleva a cabo una lucha contra ese “bicho” intrusivo, que desconoce que es un asesino serial; un sicópata. Nos quedarán impresos en nuestra psiquis los traumas y los miedos. Y si el “bicho” no nos mata, seguramente seremos más fuertes para las próximas invasiones. Pero si queremos que esto no suceda, tendremos que solucionar el problema desde la raíz: cambiar nuestro comportamiento con la naturaleza.

Con creatividad, conocimiento, sumando la Inteligencia Artificial, Bigdata, computadoras cuánticas y nuevas tecnologías, el humano deberá construir organismos de cooperación para la salud y el control sanitario global, desarrollando vacunas con investigación anticipada y con grandes almacenes de insumos vitales que contemple un sistema logístico para llegar a cualquier parte del mundo, rápido y en cualquier momento. Con una red de inteligencia de alerta temprana y preventiva que detecte signos de peligro. Esto se hace para la guerra, ¿por qué no para defender la vida de la humanidad?

China acumuló un gran poder durante este tiempo, alterando el equilibrio geopolítico. Querrá convertirse en un salvador financiero con créditos baratos e inversiones para países como el nuestro. Ese es uno de sus objetivos estratégicos, para acceder a recursos desde una posición dominante. ¿Pero podremos olvidar que el sistema de control sanitario chino es ineficaz y produjo este coronavirus y otras pandemias? Por las consecuencias, China ¿no debería ser juzgada?

El héroe de las mil caras

Los profesionales y trabajadores de la salud, que están en la primera línea, son los grandes héroes. También todos nosotros que seguimos las consignas del gobierno (los irresponsables, no entran) en la lucha por salvar vidas. Conseguimos que el país se mueva con el trabajo de cada uno y la paciencia de los confinados. Héroes de Aerolíneas Argentinas. Nunca antes aviones hicieron impresionantes y complicados movimientos logísticos para traer argentinos varados en el exterior. Pero entre tantos héroes, no faltan los vivos. Los que quieren la plata fácil, los corruptos que arman negocios para robar o los que difunden noticias falsas en las redes sociales. Hacen cualquier cosa, son parásitos.

El gobierno de mañana

El rol del Estado es imprescindible, el gobierno reemplazable. El gobierno tendrá que impulsar regulación, control y transparencia en sectores económicos que negocian con el Estado y en los que no, también. Hasta ahora el gobierno no tiene un plan para visualizar hacia dónde queremos ir; continua con la improvisación. Tendrá que aprender a ser ágil para las nuevas prioridades que enfrentaremos. Atender urgente al sistema de salud pública que es frágil en situaciones extremas y también en épocas normales. Al presidente Alberto Fernández se le presentará la disyuntiva de elegir entre una visión próspera del futuro de Argentina, para cerrar el pesimismo de continuos fracasos, o seguir en el camino de la política del país-pasado, donde la impunidad de la corrupción y la confrontación dividen. Sustentado en su poder del liderazgo, el presidente decidirá si gobierna con individuos que tendrían que haberse ido (o estar presos), o convoca para construir un nuevo país. Después de mañana, los héroes de las mil caras haremos valer el derecho de exigir calidad y transparencia. Argentina requiere de un Estado fuerte, moderno y democrático, que ejecute acciones que beneficien a la gente. Distribuir riqueza para ser una sociedad equilibrada según el esfuerzo de cada uno. Un Estado facilitador y educador, no pagador de ineficiencias y errores ajenos. Donde la política no sea negocio. El trabajo en negro y los blanqueos, nunca más. Los funcionarios que gobiernen y los puestos en la administración de mañana tienen que ser ocupados con los capacitados y honestos. No como ahora, donde oportunistas acomodados aprovechan las negociaciones políticas para mantenerse en el Estado, con sueldos obscenos (además de incluir a familiares y amigos) ¿Qué hacen tantos asesores en organismos públicos? El historiador Luis A. Romero mencionó en una de sus notas que “a partir del golpe de Estado de 1976 se inició una etapa de gobiernos cada vez más fuertes y concentrados en el presidente, en detrimento del peso del Estado nacional. Para cambiar este rumbo declinante es urgente limitar el poder decisionista del Ejecutivo y volver a poner en funcionamiento sus instituciones de control”.

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